Una agresión sexual puede afectar el sistema emocional, sensorial y neuroquímico del cerebro de la víctima y dejar en ella una huella indeleble, que si no es atendida adecuadamente puede convertirse en un trauma insuperable, afirmaron especialistas de Cerebrum. La directora general de la entidad, Anna Lucia Campos, explicó que, si bien esa experiencia violenta no modifica estructuralmente el cerebro, sí logra transformar funciones relacionadas con el ámbito emocional y somato sensorial (del cuerpo, piel, tacto y sensaciones internas).