CON PENA Y SIN GLORIA

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Indudablemente los hechos políticos que suceden en el Perú nunca dejarán de sorprendernos. Acabamos de ser testigos de un fallido autogolpe de Estado perpetrado por el expresidente Pedro Castillo Terrones, el cual habría sido pensado y promovido por el expresidente del Consejo de Ministros Ánibal Torres Vásquez y por la primera ministra (de ese momento) Betssy Chávez Chino. Los trágicos resultados avizoran una pena de cárcel mínima de 10 años para el exmandatario, una veintena de muertos a causa de las revueltas y su asentamiento en las páginas de la historia como un gobierno sin gloria.

Triste final para un gobierno que supo aglomerar las ilusiones de un gran sector rural olvidado por el Estado y necesitado de igualdad y reivindicaciones económicas y sociales. Un movimiento político que legalmente llegó al poder desde las entrañas del partido Perú Libre, utilizando como símbolo un lápiz y logrando captar el voto magisterial y el de los agricultores principalmente.

Este fue un gobierno que llegó al poder envuelto en un manto de esperanza otorgado por el proletariado, que solo se pudo percibir, en la historia reciente, durante el gobierno del exdictador general Juan Velasco Alvarado, el 3 de octubre de 1978, bajo un discurso basado en frases como “el rico nunca más comerá de tu pobreza”, actualizado por Castillo, con su recordado lema: “no más pobres en un país rico”.

El Perú se ha convertido ya hace mucho tiempo en el país de los “casi” y “de los pudo ser”. Como ahora, al ver la caída de un gobierno que nació de la voluntad popular, que supo ganar por estrecho margen el poder para administrar el Estado de una manera más equitativa, y que “pudo ser” el gobierno de los pobres y por “casi” convertirse en un mandato enteramente popular. Una vez más los que nada tienen perdieron la oportunidad de constituir un cambio en la administración del Estado.

Es innegable que el error de fondo que llevó al fracaso el gobierno de Castillo fue un profundo desconocimiento del funcionamiento del Estado, del manejo económico, la falta de cuadros técnicos y sobre todo de filtros anticorrupción.

Otro de los factores que ha llevado al desmoronamiento de este gobierno, es la falta de preparación por parte del exmandatario para el manejo del poder. Lamentablemente carecía del don de estadista. De esa visión de gran angular que da el conocimiento profundo de la realidad nacional, perspectiva y la visión de futuro que todo líder debe poseer.

En la trifulca del fracaso, tirios y troyanos, se achacan las culpas del fracaso señalando como culpables al Poder Ejecutivo y Legislativo, cuando ello va más allá. Los culpables pueden ser los actores políticos investidos con poder de acción y legislación, pero la cosa va más allá. Los  responsables que estemos atravesando por esta trágica situación, y que están pasando piola, como se dice, son los partidos políticos que se han convertido en un negocio de postulaciones. Organizaciones que ahora reciben financiamiento del Estado y que continúan con sus acciones inescrupulosas y mercantilistas, pues venden los espacios de postulación a los mejores postores. Los partidos que irresponsablemente enlistan a personajes corruptos como representantes ante el voto popular, deben ser sancionados por las malas acciones de sus representantes. 

Es momento de legislar al respecto, para que los partidos políticos se hagan responsables de las malas acciones de sus candidatos y autoridades elegidas. Para que reciban sanciones dirigidas a inhabilitar su participación ante demostrados actos de corrupción de sus representantes.

Los otros responsables son los ciudadanos, pues tanto la plancha presidencial y los congresistas son elegidos por sus votos. Entonces las manifestaciones de rechazo resultan ilógicas, pues cómo es posible que luego de 17 meses de mandato ya la mayoría en el Perú esté reclamando que se vayan todos. Así no juega Perú. 

Es tiempo de retomar la calma, reflexionar y actuar para reordenar la casa, fortalecer la democracia, aplicando los correctivos legislativos necesarios, para de una vez salir de esta nociva paralización que no permite recuperar el ritmo de crecimiento económico y sobre todo alcanzar una paz social. Hasta la próxima semana, mis  amigos de Primera.

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