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La guerra en Siria ha destruido la infraestructura agrícola y ha resquebrajado el sistema estatal que brinda semillas a los agricultores y compra sus cosechas, profundizando la crisis humanitaria en un país que no consigue producir lo suficiente para alimentar a su pueblo.
La escasez de trigo, el principal cultivo del país, empeora y la zona cultivada con el cereal se ha reducido nuevamente este año, junto con la de cebada, dijo a Reuters la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La provincia de Hasaka, en el noreste, que representa casi la mitad de la producción de trigo nacional, ha sufrido los fuertes combates entre la milicia kurda YPG -respaldada por los ataques aéreos liderados por Estados Unidos- y los militantes de Estado Islámico. La infraestructura agrícola, incluidos los canales de riego y los depósitos de granos, han sido destruidos, según la FAO.
Además, dado que las instalaciones de almacenamiento de semillas estatales en todo el país también han sido dañadas, se distribuyó apenas un décimo de las 450.000 toneladas de semillas que los agricultores necesitan para cultivar sus tierras esta temporada. Los productores también están teniendo problemas para llevar sus cosechas al mercado, para que puedan ser vendidas y distribuidas a la población.
El conflicto ha llevado a que la cantidad de centros de recolección estatales se redujeran a 22 en 2015, desde 31 el año anterior y de los cerca de 140 que existían antes de la guerra civil que comenzó hace cinco años entre fuerzas del Gobierno y rebeldes, según la agencia estatal que los coordina. Muchos de los centros han sido dañados o destruidos por los combates.
La FAO precisó que el colapso del sistema agrícola implica que Siria podría tener problemas para alimentar a su población durante muchos años aun después de que termine el conflicto, y que requerirá un importante nivel de ayuda internacional.
