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Desde hace ya dos décadas que el planeta ha entrado en una serie de cambios que se dan a una velocidad drástica y tienen su impacto en cada vez más áreas de la vida humana. Desde la manera en la que nos relacionamos con el empleo, el dinero, el medioambiente e incluso nuestros seres queridos, todo se ha visto intermediado por las nuevas tecnologías. El sector financiero es uno de los casos más excepcionales en lo que a revolución e innovación técnica se refiere. En el siguiente artículo nos propondremos pensar algunos factores de lo que vendrá, hoy.
Realizar el ejercicio de recordar cómo era nuestra vida hace apenas dos décadas atrás y compararla con nuestro día a día es una experiencia mucho más extrema de lo que podríamos imaginar en un principio. Después de todo, la velocidad a la que se suceden diversos cambios es tal que no nos permite tomar una real dimensión de lo que ha ocurrido, llegando al punto de desconocer algunas innovaciones que pueden cambiar nuestro presente y futuro financiero. ¿Qué se puede pensar de la economía en los próximos años teniendo en cuenta la variable tecnológica?
Para comenzar, no se puede pasar por alto que antes de la llegada de la pandemia de Covid-19, el 2020 figuraba en las agendas de los grandes países y de las empresas más importantes del mundo como el año del “gran salto tecnológico” tanto dentro como fuera del sector tecnológico. Ahora bien, la llegada del Coronavirus lejos de frenar esa proyección, la aceleró. Podemos tomar el caso de la fiebre que se vive por las criptomonedas, en donde cada vez son más los peruanos y peruanas que buscan cómo comprar Bitcoin u otras monedas digitales tras el pico histórico de rendimiento alcanzado hace apenas unos meses. Herramientas como BitIQ ayudan a iniciarte en trading.
Lo cierto es que la pandemia ha dejado una gran novedad para el sector Fintech: las personas han perdido el temor a utilizar medios digitales para manejar sus finanzas, lo que abre la puerta a los pequeños y medianos inversores a operar en distintos mercados, ampliando la oferta y la demanda de alternativas. En ese sentido, la tecnología ha llegado para quedarse y es un gran indicador para pensar el desarrollo y la proyección de diferentes compañías: las que no puedan dar el salto digital tendrán un escenario mucho más complejo.
Algo similar ocurre en el caso de las economías de los países emergentes como Perú, en donde la digitalización de la economía también puede ser una gran oportunidad para comenzar el proceso de formalización de un gran sector de la población que, al igual que sucede en el resto de la región, se mueve en los terrenos de la informalidad. No es casualidad que gran parte de las inversiones nacionales y extranjeras apunten a potenciar y expandir el sector de las economías digitales, creando herramientas como bancos digitales, billeteras virtuales y alternativas de inversión al alcance de todos.
