El joven Luis Alberto Sánchez

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Esta semana se celebró el natalicio del intelectual y político peruano

ANDINA/Difusión

Uno de los personajes que nació con el siglo XX y que marcará la vida pública peruana fue Luis Alberto Sánchez. Conocido coloquialmente como LAS, desde muy joven fue partícipe de múltiples actos que marcaron nuestra historia. Además, se dio tiempo para escribir más de un centenar de libros.
Sánchez nació el 12 de octubre de 1900 en el seno de una familia de clase media de Lima. Ya desde su paso por el colegio La Recoleta se involucró en la producción literaria y entabló amistad con intelectuales como José Carlos Mariátegui o Abraham Valdelomar.

De las aulas a las calles

El docente universitario y sociólogo Alan Salinas manifestó al Diario Oficial El Peruano que un hito para la trayectoria de LAS fue su ingreso a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. “En 1918 era un contexto muy favorable para el anarcosindicalismo”, manifestó Salinas.
Mencionó que LAS tuvo en la adolescencia alguna simpatía por Augusto B. Leguía. Sin embargo, luego del contacto en las aulas con compañeros como Jorge Basadre o Raúl Porras Barrenechea, fue variando.
Para Salinas, esa generación entendía la vida intelectual ligada al deber social.
“Participó en las movilizaciones para conseguir la jornada de las 8 horas que encabezara Víctor Raúl Haya de la Torre”, indicó el docente universitario.
Después participó en la Universidad Popular González Prada. “En ella se enseñaba desde literatura hasta astronomía”, añade Salinas.


En la década de 1920 sufrió destierro Haya de la Torre. Pero a su regreso, Sánchez se unió al proyecto político de este, el Partido Aprista Peruano. Esa decisión marcaría su devenir profesional.
“Pasadas las pasiones, se nota la valía de Luis Alberto Sánchez”, asegura el poeta y miembro de la Academia Peruana de la Lengua Marco Martos.
De acuerdo con este escritor, muchos mezquindaron méritos a LAS por su posición política. Asimismo, considera que también su dilatada carrera intelectual generó en otros críticos literarios de menor edad un deseo de pelearse con su mayor.
No obstante, para Martos es imprescindible leer sus trabajos sobre Abraham Valdelomar, José Santos Chocano y Manuel González Prada, entre otros. El poeta señaló a este diario que Luis Alberto Sánchez era un autor de fácil lectura y con bastante conocimiento. Sus obras, en opinión del poeta, son muy útiles.
Contó también como anécdota que cuando él era un escolar adolescente, llegó a su natal Piura el político e intelectual a pronunciar un discurso en una ceremonia. Sin saber quién era el expositor, Martos pensó “qué bonito habla este señor, parece un libro”.
Un dato no menor para Martos es que las simpatías políticas de Luis Alberto Sánchez no nublaban su juicio a la hora de comentar una obra. En ese sentido, mencionó que en el APRA era de los pocos que le podían decir “no” a Haya de la Torre.


Amistad y tensión

En esa línea también se manifestó la historiadora María Inés Valdivia. De acuerdo con esta investigadora, leyendo la correspondencia entre ambos se notaba una tensión argumentativa. “Discutían de igual a igual”, relata.
Una curiosidad que da Valdivia es que uno de los motivos por los que LAS entró al APRA fue por su amistad con Haya de la Torre, pero que esta tuvo altibajos.
Por esta lealtad al partido, su vida intelectual tuvo sus complicaciones. Por ejemplo, salió al exilio en la década de 1930 durante el régimen del militar Luis Sánchez Cerro.
Esa primera experiencia forzada fuera del Perú la vivió en Chile. Junto con otro aprista, Manuel Seoane, con quien trabajó en la legendaria editorial Ercilla.
Siguiendo con sus intercambios epistolares, destaca el que tuvo con la premio Nobel chilena Gabriela Mistral. Valdivia ha aportado cartas en las que Sánchez la saluda por su premio y que ella le responde con aprecio.


Además, en una misiva que cita Valdivia, Gabriela Mistral se declara una lectora que admira los textos del escritor. En la misma carta, le felicita por la gran labor de difusión cultural que realizaba desde Ercilla.
Pero el exilio también tuvo sus bemoles. Uno que menciona la historiadora es la muerte del padre de Sánchez. Él no pudo asistir al velorio de su progenitor.
Ese no fue el único caso. En varios momentos tuvo que dejar el trabajo que desarrollaba para marcharse a otro país. Enseñó en distintos lugares, entre ellos Bolivia, Ecuador, Panamá y Puerto Rico.
A pesar de los vaivenes del poder en el Perú, llegó a ser dos veces rector de su alma mater: la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Las correrías y los sinsabores de la política lo acompañarían hasta el final de sus días. Alan Salinas recordó por ejemplo que en 1992 se le quitó su pensión de catedrático. Murió un par de años después.

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