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Ana Jara acaba de manifestar que Julio Guzmán no tiene la madurez suficiente para ser Presidente del Perú. Y su declaración no nos sorprendió, si nos detenemos un poco en todo lo que viene sucediendo con el candidato de la mal llamada ola morada, porque tras el fallo definitivo del Jurado Nacional de Elecciones respecto a su símbolo, este debe volver a su color original rojo.
La ex premier argumentó su aseveración señalando que Guzmán está desesperado y ofreciendo el oro y el moro dependiendo de la región que visita, en alusión a su posición incierta sobre los proyectos mineros. Y en efecto, ¿cómo una persona que quiere gobernar el país puede responder “si el pueblo no quiere, el proyecto (Tía María) no va”? ¿Es que acaso no tiene una propuesta concreta sobre ese tema?
Guzmán está siendo presa de sus propias indecisiones, que no hace sino desconcertar a los electores. Primero dijo estar en contra de la consulta previa y al día siguiente cambió de opinión. Luego rechazó la renegociación del gas de Camisea y después dijo lo contrario.
Y no olvidemos que también en una entrevista dijo reservarse sobre el tema de la unión civil entre personas del mismo sexo, pero luego dijo estar a favor; y después afirmó que un eventual gobierno suyo reduciría el IGV, pero más tardce lo negó.
Este mar de indecisiones no hacen sino que demostrar que no tiene claridad en sus propuestas, no tiene desarrollado un plan de gobierno serio, coherente, y mucho menos equipo de profesionales que elaboren un programa de ofertas electorales para resolver los principales problemas del país. Ya discrepó con el fundador del partido al que representa, Todos por el Perú, -porque no es suyo- en materia laboral y del sueldo mínimo. Y así nadie sabe a ciencia cierta qué planes tiene para mejorar la educación, combatir la corrupción, enfrentar a la inseguridad ciudadana, cómo hacer crecer la economía, etc.
¿Puede elegir el electorado a una persona que no tiene propuestas claras ni equipo de profesionales o políticos para desarrollar un verdadero plan de gobierno en el quinquenio siguiente?
Definitivamente no, porque estamos ante un improvisado y al final podemos caer en un gobierno como el del presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia. El método que aplica Guzmán es el mismo. Recordemos que el ahora mandatario cuando fue candidato le juró y rejuró al pueblo de Conga: “Agua sí, oro no”. Sin embargo, ya sentado en el sillón palaciego, lo traicionó. O como cuando le prometió al país bajar el balón de gas a 12 soles, y cada vez que se lo preguntan responde con un cuento chino.
Pero además de sus indecisiones, hay otro detalle. El candidato de la ola roja está desesperado porque no sabe cómo desprenderse del sello del humalismo que tiene impregnado desde su participación en el gobierno de Ollanta Humala. Y miente para tratar de tapar las evidencias. El caso del oficio que firmó para pedir al presidente de la Comisión de Presupuesto modificar una partida de 55 millones de soles para la compra de equipos de chuponeo, de pública a reservada, es un botón de muestra.
Una persona que miente deja mucho que desear. ¿Con ese valor pretende la alta investidura de la jefatura del Estado peruano? ¿Cómo puede aspirar a la presidencia de la República, personificar a la Nación, una persona que a cada instante se contradice en sus propuestas? ¿Sabe realmente lo que quiere para nuestro país? Parece que no. Quedan seis semanas y el elector tiene el tiempo suficiente para meditar y decidir por quién votar. La ola roja parece que morirá, como todas, en la orilla. Hasta mañana amigos de La Primera.
