MACRON, PERFIL FRANCÉS

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Foto editorial La PrimeraEmmanuel Macron se impuso este domingo último en las elecciones presidenciales en Francia tras derrotar en la segunda vuelta a la candidata ultraderechista Marine Le Pen, del Frente Nacional. El próximo 14 de mayo, cuando tome posesión de su nuevo cargo, Macron se convertiría en el más joven líder de Francia después que Napoleón fue coronado emperador a los 35 años. Es la primera vez que se presentaba a unas elecciones, tiene menos de 40 años y no pertenece a ningún partido.

Pero, ¿quién es Emmanuel Macron? ¿Cómo logró en poco más de un año hacerse con la presidencia de la segunda economía de la Unión Europea? “El OVNI de la política francesa” escribe el diario Le Parisien. En el país que inventó la izquierda y la derecha en la ideología, el candidato presidencial de En Marcha, no es “de centro, de izquierda ni de derecha”. Se regocija en describir por qué. Él y su flamante movimiento no van a ser atrapados por ideologías del siglo XX cuando existe un desafío del siglo XXI.

Rebelde con causa

Se puede afirmar que Emmanuel Macron nació rebelde. Debió ser médico, como todos en su familia. Violó las leyes pueblerinas de Amiens, en el norte de Francia, al enamorarse de su profesora de teatro y prometerle, a los 15 años, que volvería del destierro en París a donde sus padres horrorizados lo enviaron, para casarse. El candidato presidencial de En Marcha y ganador de las elecciones cumplió.

El candidato Macron es un producto del alumno Macron. El que se preguntaba sobre todo y al terminar la clase interrogaba a sus profesores y al director del colegio en mano a mano. Eso es lo que le gusta hacer hoy con los que no piensan como él. Con los delegados de la Confederación General de Trabajadores, por ejemplo: “No estoy de acuerdo pero quiero escucharlos. Vamos a encontrar coincidencias. Aunque eso no signifique que vaya a cambiar mi programa para que usted me vote. El domingo no se elige a la CGT”. Un No a la demagogia pública.

El desconocido Macron

En el año 2014, Emmanuel Macron solo era conocido por los periodistas bien informados, que accedían a sus inteligentes informes como secretario general del Palacio del Eliseo. Precisos, divertidos, rigurosos, y a veces, chismosos. Era el favorito de los periodistas de The Economist y de los diplomáticos de las grandes potencias. Bilingüe, cultivado y accesible. Había llegado a las cercanías del presidente François Hollande de la mano de Jacques Attalie, un pensador francés que asesoró tanto a François Mitterrand como a Nicolás Sarkozy.

Deslumbrado, este apasionado de la historia y la política que es el presidente Hollande, lo designó ministro de Economía para reemplazar al ultra proteccionista Arnaud Montebourg. El único que advirtió que sería un adversario presidencial fue el primer ministro Manuel Valls, que lo combatió desde el primer día y hoy lo corteja. Hollande, como Maquiavelo, disfrutaba de la pica entre los jóvenes de su gabinete. Hasta que Macron se fue para fundar su movimiento. No coincidía con su jefe político ni con los métodos “politiqueros” de los socialistas, cuando él buscaba reformar el país. “La Ley Macron” llevaba su nombre. “Me traicionó con método” dijo Hollande, que ahora llamó a votarlo. Desde el poder, Macron aprendió que se podría construir algo mejor, positivo.

Un disidente del establishment, como algunos medios internacionales lo han empezado a llamar. Una buena definición para un joven de 39 años que estudió filosofía, fue a la Escuela Nacional de Administración, es politólogo y economista. Su éxito en su nuevo movimiento es porque no fue visto como parte de esa elite, que sus adversarios políticos quieren endosarle. Un moderado en una batalla francesa de extremos, liderados por la Francia Insumisa, el “pueblo” de Jean Luc Mélenchon, y la ultraderecha social engañosa de “los patriotas” de Marine Le Pen y el Frente Nacional. ¿Habrá nacido en la vieja Europa un librepensador renovador de ideologías obsoletas del siglo pasado? ¿O el creador de un pensamiento futurista?… Lo cierto es que Macron tiene ante sí el gran reto de consolidar a una Francia que parecía deshacerse en sus diferencias, y tal vez sea el gran ejemplo que Europa y el mundo necesitaban. Tiempo al tiempo. Hasta mañana mis amigos de Primera.

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