SEGUNDO PEDIDO DE VACANCIA Y URGENTE BICAMERALIDAD

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Es increíble cómo las ambiciones políticas, económicas e intereses personales ciegan la razón a un sector de representantes del Congreso de la República, al grado de no querer ver el daño que le causaría al país una vacancia presidencial en estos momentos.
Se imaginan ustedes amigos lectores como sería el escenario político, social, económico y de salud pública del Perú, si se hiciera efectiva una vacancia presidencial en estos momentos. El gabinete en pleno tendría que ser renovado en el acto, retiradas las autoridades y equipos que están al frente de la estrategia para combatir la pandemia del covid 19 y la reactivación económica.
Tendríamos como jefe de Estado al presidente del Congreso, nada menos que a don Manuel Merino de Lama, quien hasta el momento ha demostrado tener más ambiciones políticas que capacidades legislativas y de manejo alturado de la cosa política. Muestra falencias para el diálogo y la concertación, y al parecer no comulga con el tradicional lema de su partido, “el Perú como doctrina”, que acuñara el arquitecto Fernando Belaunde Terry.
Es cierto que su posición como presidente del Poder Legislativo se circunscribe a administrar los procedimientos de la Mesa Directiva, pero eso no lo convierte en un convidado de piedra, él puede bajar a su escaño y expresar su opinión política, desde su curul sobre asuntos trascendentales en cada debate, para marcar su posición personal, en temas como la vacancia presidencial, la bicameralidad y la denuncias constitucionales pendientes contra Alarcón y compañía, pero simplemente no lo hace, y como ya es bien sabido, el que calla otorga.
Como reza un antiguo refrán, que a la letra dice: que la novia no está para tafetanes, de igual forma el Perú no puede darse el lujo de entrar en un proceso de vacancia presidencial en las complicadisimas situaciones que se encuentra. Se imaginan como quedaría la imagen del Perú ante la comunidad internacional, y más aún en estos momentos de inseguridad y pausa financiera, quién va a querer traer sus capitales para invertirlos en un país, en el que al presidente lo puede vacar el Congreso en cualquier momento, motivado solo por el antojo de decir que tiene incapacidad moral permanente. Sin una investigación, sin una denuncia, sin una condena, un absurdo legal que tiene que corregirse en cuanto se estrene el próximo congreso en julio del 2021.
De no hacerlo seguirá en vilo la estabilidad política que tanto necesita nuestro país, para enfrentar los durísimos años que nos esperan para tratar de recuperar siquiera el nivel económico que teníamos antes de la pandemia.
Creo sinceramente que los congresistas que promueven las vacancias no ven más allá de su metro cuadrado de comodidad que poseen. No tiene la capacidad de ver más arriba allá de sus narices. Y menos calibrar las reales consecuencias ante una vacancia. No entienden que el buque mayor es el Perú, y si este se va a pique, también se fondearan sus empresas, sus universidades y todo lo que hayan construido sobre esta hermosa tierra.
Tienen tiempo para reflexionar y dejar de seguir intentado dispararles a los pies a la mayoría de los peruanos. Los congresistas tienen que aprender a diferenciar entre Martín Vizcarra y la figura presidencial. Ya no se trata de destituir a un ciudadano, se trata de mantener el orden político y la estructura del Estado en estos momentos de grave crisis política, económica y social. ¿Katalavaíneis?…
Bicameralidad urgente
Pasando a otro tema el jurista y ex senador de la República, Raúl Ferrero Costa, dijo esta semana en referencia al debate sobre el retorno a la bicameralidad en el Congreso, que no es verdad que este cueste más que uno unicameral. Y eso es comprobable solo revisando las cifras de los presupuestos respectivos, clarísimo.
Por otro lado, la importancia del sistema bicameral es que en una democracia lo que se quiere es que se estudien los proyectos de ley debidamente. En un sistema bicameral la cámara de diputados es la que recibe los proyectos de ley y los discute, es la más política y una vez que los aprueba, previo pase por las comisiones, los remite a la cámara de senadores para su revisión, cosa que no se está haciendo hace mucho tiempo en el Congreso de la República.
Otra cosa muy valiosa que posee un Congreso bicameral, es que, en el trayecto del pase al senado de un proyecto de ley, hay un tiempo en el que puede intervenir la Opinión Pública, el periodismo, los expertos y cualquier persona interesada en el tema puede aportar, eso es un ejercicio pleno de la democracia y de la participación ciudadana.
Otro detalle importante que tiene la bicameralidad, es que cuando la cámara de diputados aprueba un proyecto de ley, y no hay acuerdo con el senado, también hay una comisión de conciliación, y este es el defecto de la unicameralidad que prevalece desde el año 1993, con la nueva Constitución, que no hay segunda opinión, no hay conciliación, y el único que puede observar una ley es el presidente de la República.
Entonces es momento de corregir este error voluntario, en el que nos sumió el régimen fujimorista. Es vital para fortalecer nuestra desnutrida democracia, darle el respaldo de un senado que esté a la altura de la crisis política crónica que padece el país, un senado que le devuelva al Congreso la majestad de una tradición perdida, de lucidez, madurez, experiencia y sobre todo de una capacidad conciliadora interna y externa. Hasta la próxima semana mis amigos de Primera.

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