SEGUNDO ROUND

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EditorialAunque no es una lid pugilística, la expresión metafórica cae como anillo al dedo a un encuentro presencial y verbal entre dos competidores que buscan allanarse el camino para alcanzar y hacerse de la banda presidencial. Anoche estuvieron nuevamente frente a frente Keiko Fujimori, de Fuerza Popular, y Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos Por el Kambio, enfilando sus mejores frases para lograr satisfacer a la mayor cantidad de audiencia electoral con el fin de  jalar agua para su molino, que este en este caso sería votos para sus candidaturas.

Hasta antes del primer debate la situación de ambos candidatos era definida por los especialistas en sondeos de opinión como un empate técnico casi exacto. La disputa de argumentos entre ambos candidatos realizada  en Piura hace una semana exactamente cambió el panorama. Keiko Fujimori salió al cuadrilátero político a arremeter con toda su artillería pesada, aporreando a un PPK que aturdido,  sorprendido y falto de reflejo político no supo armar un contragolpe ante la andanada de la fémina fujimorista. A PPK le entraban ganchos, rectos y japs por todos los flancos convirtiéndolo, con el paso de los minutos, en una especie de pun chin ball humano que no atinaba a tomar el hilo del debate para tratar de reponerse ante  el vendaval de revelaciones que iban en su contra.

El resultado fue devastador, pues se ventiló información de pasado político que hicieron conocer a las nuevas generaciones la trayectoria pro capitalista de “Mister” Kuczynski. Hablando en el lenguaje urbano a PPK le faltó calle y kilometraje político de calidad y claro está una  trayectoria más acorde con la imagen que sus asesores y marketeros políticos quisieron proyectar, amparándose en la desinformación de sus imberbes seguidores. Keiko Fujimori se encargó de ventilar todo ese closet plagado de acciones  de pérfida actitud antinacionalista. Pero no voy ahondar en detalles del contenido de un debate harto conocido y difundido a nivel nacional, pues simplemente ya es agua pasada.

Lo sucedido en el Campus de la Universidad de Lima, cuando los dos candidatos se volvieron a ver las caras en un segundo round, resultó interesante. Keiko Fujimori llegó con una posición mucho más cómoda, pues haciendo una estadística informal de todos los resultados de sondeos de opinión emitidos por las diversas empresas dedicadas a realizar trabajos de encuestas, ella remonta a PPK con un mínimo de 6 puntos por delante. Esta ventaja, sin duda, va acarrear que PPK vaya a salir con todo lo que pueda tener a mano para tratar de hacerle daño con la idea de  sumar algo a su alicaída preferencia al voto.

En su desesperación PPK, y los que están detrás de él y su campaña, echaron mano a todo lo que creen le puede sumar votos, incluso a personajes tan venido a menos como Daniel Urresti, que se ha ofrecido a debatir en temas de seguridad en el norte del país. Optar por incluir en esta danza a bailarines sobrantes de campañas frustradas no lo va a llevar a ningún lado, por el contrario va a revelar ante la masa electoral su desesperación e inseguridad ante  la inminente derrota.

Por su parte flaco favor le viene haciendo Nadine Heredia intentando torpedear a Keiko Fujimori con tuits cargados de odio y temor, pues  con el nivel de aceptación que ella tiene ante la opinión pública estaría convirtiendo a la representante de Fuerza Popular en una especie de justiciera ante las graves acusaciones de corrupción que la primera dama enfrenta ante la justicia.

Como piedra en ojo de tuerto le cae a PPK la “ayuda” que intenta darle la poco inteligente caviarada nacional representada por Verónika Mendoza y la ex alcaldesa de triste recordación, Susana Villarán, que trata vanamente de auto resucitarse políticamente, intentando aparecer en la escena electoral como orientadora de la tendencia al voto. Contradicción ideológicamente vergonzosa ver que gente que se hace llamar de izquierda, promuevan favorecer con sus votos a un representante de la derecha burguesa más contemporánea. Entonces, el guantazo final en este segundo round no se lo dio concretamente Keiko Fujimori,  sino  fue como una especie de sabotaje involuntario que hizo sonar la campana del auto knock-out.  Motivado por las ambiciones y temores de gente que tiene mucho que explicar a la justicia  y que ha defraudado la confianza de todo el pueblo peruano.  Hasta mañana mis amigos de La Primera.

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