Generación Bicentenario ha dado el primer paso hacia un gran cambio para el Perú
Los jóvenes que participaron en la Marcha por la Democracia y que algunos han denominado Generación Bicentenario han sido capaces de articularse con inteligencia y vehemencia para lograr el cambio que la ciudadanía pedía a gritos y nos han regalado a toda la sociedad una oportunidad que no podemos desperdiciar a favor de un mejor país, expresó el psicólogo social Jorge Yamamoto.
“Estos jóvenes que yo llamaría “bicentenials” pertenecen a la generación que se tropezó con las salvajadas de Manuel Merino; ellos sacaron la cara, generaron un cambio drástico y le han devuelto la ilusión al Perú”, comentó.
Explicó que pocas cosas unen tanto a la población peruana, como luchar contra un enemigo común o como cuando jugamos al fútbol, pero ahora -dijo- ha sido más trascendental pues “el enemigo era un gobierno corrupto, con una policía abusiva y represiva. Tenía todas las condiciones para despertar en el cerebro humano la más cerrada cohesión y solidaridad”.
Yamamoto, profesor de la Pontifica Universidad Católica del Perú e investigador visitante en distintas universidades del mundo, señala que la protesta juvenil rompe con la tradición de muchos peruanos de quejarse permanentemente de las cosas, pero no hacer nada.
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A partir de este momento, sostuvo, hay dos caminos: “volver a la misma serruchadera de piso, la argolla, la discriminación de siempre; o aprovechar esta situación para promover un Perú menos machetero y más unido. Es una oportunidad que no podemos desperdiciar”.
El científico social consideró que haber logrado este gran cambio político -la salida de Merino- es síntoma de que rompimos el “estado rajón-pasivo” que caracteriza a la mayoría de peruanos, para entrar a lo que él considera “una fase de crítica consecuente” que puede lograr más cosas en el mediano y largo plazo.
El papel de las redes
Las redes sociales jugaron un papel clave en la revuelta, sostiene Yamamoto. Ellas permitieron amplificar las demandas de la ciudadanía y sirvieron además para darle escala a una protesta que se acrecentó por la represión sufrida, y por deslizar la idea o sospecha de ser auspiciada por grupos terroristas. “Eso enardeció a los jóvenes”, apuntó.
“Gracias a las redes todo ocurrió más rápido. Si aparecían algunos disparos o heridos, la posibilidad de que prensa se entere era bastante baja, pero ahora cada joven es un periodista en potencia, tiene una cámara para tomar fotos y videos que luego lanza a la nube para compartirlos con otros cientos de jóvenes y ellos a su vez, a otros cientos, miles. Es así como los jóvenes se convirtieron en un macro-organismo eficiente”.
Las redes sirvieron para darle escala a una protesta que se acrecentó por la represión sufrida
Además, dijo que el trabajo de los jóvenes fue tan eficaz como el de las abejas en un panal, donde funcionan como “una masa inteligente”.
“No tienen un presidente, ni directores de prensa, pero van saliendo a explorar y, cuando detectan una amenaza, regresan y lo comunican a un grupo. Toman acción para colectar los alimentos o defender el panal. Si en algún momento hay una cuestión crítica, los grupos se comunican y el panal permanece unido para la defensa de un mismo interés. Las redes les permitieron a los jóvenes funcionar de esta manera, como un macroorganismo inteligente y no como idealistas aislados, logrando con eficiencia ‘puentear’ las intenciones de las autoridades de distorsionar los hechos”, sostuvo el investigador.
Mantener la mecha encendida
Para Yamamoto, los jóvenes del Bicentenario son más idealistas, comprometidos y, a pesar de tener diferentes perfiles, algunos muy impulsivos, salieron a protestar con una misma motivación y dieron el ejemplo, logrando un contagio masivo.
“A lo largo de la pandemia hubo manifestaciones de muchas personas, pero no pasaba nada, como la de grupos específicos unidos por creencias religiosas, por defender los derechos de la población LGTB, pero ahora había algo más grande. Ellos fueron la punta de lanza de un hartazgo latente (con respecto a la política). Nada ha unido tanto a la gente antes a parte del fútbol”.
Para el investigador, los jóvenes que lograron traerse abajo el gobierno de Merino entran en la categoría de héroes, con un papel ejemplar que no debe ser desaprovechado.
La humanidad ha tenido numerosos casos de ímpetu juvenil capaz de lograr grandes cambios
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“La historia peruana y la de la humanidad ha tenido numerosos casos de ímpetu juvenil capaz de lograr grandes cambios, pero que fue desaprovechado o terminó degenerándose en el tiempo. No olvidemos que algunos fueron capturados por intereses políticos o ideológicos. Recordemos que los Nazis y Sendero Luminoso hicieron mucho daño manipulando a la juventud idealista. En otros casos se sobre empoderaron y se dejaron llevar por el ímpetu sin ninguna estrategia y el remedio terminó siendo igual que la enfermedad”, advirtió.
Entonces, preguntamos, ¿cómo mantener la mecha prendida y gestionar adecuadamente esa energía? La solución, afirma el docente universitario, es articular “un plan de desarrollo razonable, basado en evidencia adecuado a nuestro medio, para generar un equilibrio entre desarrollo económico y apoyo a los sectores vulnerables, que se sustente en valores”.
Indicó que cuando se introduce valores en una juventud, los errores siempre serán marginales y podrán ser detectados rápidamente para volver a entrar al camino.
“Con valores se elimina la corrupción, la mediocridad. Esa tarea nos corresponde a todos, para dejar de ser rajones y volvernos consecuentes, dejarnos de argollas y buscar un camino unificado para el Perú. Los maestros, los medios de comunicación, la sociedad civil juegan en esto un rol importante”.
Sugirió que en este nuevo camino de transformación se otorgue espacio a todos y con un único propósito: “poner de moda el compromiso por un Perú mejor”, con una campaña que reúna a los mejores marketeros y bien intencionados a fin de canalizar los cambios que se han logrado y no se pierdan.
“Creo que tenemos una enorme posibilidad para el Bicentenario porque la herida (de la protesta y el fallecimiento de los jóvenes Inti Sotelo y Jack Brian Pintado) está fresca y porque es importante canalizar la energía de los jóvenes y cerrar las brechas”.
Oportunidad única
Jorge Yamamoto cree que el trabajo en valores no es algo imposible sino, por el contrario, es algo que distingue a las sociedades de Japón, Corea y diversos países escandinavos.
Jorge Yamamoto es psicólogo e investigador social
“Hay que crear símbolos, generar compromisos, establecer unos pocos valores que iluminen los próximos 15 años. Que en primaria, secundaria, en la universidad y en los centros laborales se promuevan y queden grabados en los peruanos como parte de nuestra conducta cívica. Hay que crear historias, una narrativa, ciertos héroes y enemigos de la patria para que quede profundamente grabados y se conviertan en íconos históricos y culturales que nos guíen a un Perú mejor”.
Consideró que el cambio alcanzado por los jóvenes es una oportunidad única que -con un buen trabajo psicosocial, periodístico y artístico- podría generar algo absolutamente hermoso. No debemos dejar que esto pase como un simple recuerdo para el futuro, advirtió.
“Creo que ha sido una magnífica partida, pero si corremos a toda velocidad, en los 150 metros todos vamos a estar volviéndonos a serruchar el piso y viendo más corrupción. Si vemos esto como un magnífico inicio, pero hacemos una estrategia, ni siquiera de maratón, pero sí de escalada del Huascarán, demostraremos que sí podemos. Sin ella y una gran determinación, el riesgo es que podríamos nuevamente malograrla”, advierte.
No más impunidad
Para el experto, el gran cambio debe empezar por la igualdad de ley para todos y todas. “Aquí hacemos lo que nos da la gana. Existe el que coimea por 20 soles y el que lo hace por millones para lograr la licitación de una carretera. Los choferes de combis tienen unas normas absurdas que les permiten acumular millones en multas y seguir trabajando en la avenida Petit Thouars”.
Con 10 a 15 normas basta para hacer un cambio importante en la población, sugirió.
“Por ejemplo, hay que meter a la cárcel a todos quienes manejan esas combis asesinas y luego hacerlas chatarra. Hay que meter a la cárcel a los corruptos, por ejemplo a los grandes directores de estudios de abogados, esos señorones elegantes que aparecen en las páginas sociales, pero a su vez son los grandes orquestadores de la corrupción en el país, que siempre pasan debajo del radar”.
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Se requieren pocas normas, pero que sean eficaces, que nos devuelvan una justicia impecable, “para que los corruptos digan así no es, tenemos que cambiar, ya fuimos”. “Eso es algo que se puede accionar en cinco meses y tendría resultados porque nos haría ver que el orden paga, que nos hace más felices, logrando que todos se enganchan con los valores del largo plazo”.
Para Yamamoto, los jóvenes tenían un hartazgo y encontraron cómo concretar su indignación; ahora le toca al resto de la sociedad buscar las manera de consolidar los cambios que tanto reclaman, “darles un camino para que el ejemplo dado por los jóvenes pueda concretarse”.
Generación Bicentenario ha dado el primer paso hacia un gran cambio para el Perú
“Volviendo a la metáfora del nevado Huascarán, hay que tener presente que la felicidad no es llegar a la cima, sino, como dicen los tibetanos, caminar y caminar bien hacia ella”.
Recordó que las marchas de este fin de semana no solo mostraron rabia y descontento de los jóvenes, sino que incluso hubo espacio también para la alegría, para el baile, para la música, para recargarse de energía y seguir luchando.
“Los jóvenes, al dejar su videojuego, al salir a la calle a protestar y ver que no son los únicos y que se van haciendo una masa, recibieron una descarga de felicidad venida de sus neurotransmisores. Es una cosa adictiva porque a lo largo de la evolución es lo que nos ha llevado a evitar la tiranía y a salir adelante. Esa imagen también es hermosa, de la felicidad de ver ese pasito que se va dando por un Perú mejor y eso es lo que no debemos olvidar tampoco”.
Recomendó no desperdiciar ese gran “macro organismo” en el que se convirtieron los jóvenes en su lucha por el cambio y crear, ya mismo, espacios para canalizar sus ideas y demandas. “Pueden proponer una nueva postura política, una nueva presión, como está ocurriendo y tal parece que los astros se están alineando, porque Sagasti nos da la esperanza de que puede ser el cambio hacia un nuevo rumbo”, añadió.