MENU
Los opositores de Keiko Fujimori están esmerados en crear una imagen de polarización política en el país. Quieren hacer creer que aún existen partidos políticos organizados y disciplinados con correligionarios, compañeros y camaradas esperando una orden de sus líderes para emitir un voto de consigna partidaria. Eso es falso.
Aparte del fujimorismo no existe ningún conglomerado que pueda ostentar el nombre real de partido político. Lo que queda son agrupaciones de individuos que conforman cúpulas con intereses personales, que atraen personas con la promesa de otorgarles algún beneficio, dadiva o solución a alguno de sus problemas.
Prueba de ello es el menosprecio que han recibido estas agrupaciones políticas “organizadas” en el proceso de la primera vuelta electoral. La alianza Apra-PPC fue un fracaso rotundo, la postulación improvisada encabezada por Cesar Acuña y Julio Guzmán en sus respectivos movimientos no llegó siquiera a cuajar, pues la falta de seriedad en su inscripción ni siquiera les permitió participar. La izquierda parchada ha sabido aprovechar esta deficiencia para intentar revivirse juntándose en una especie de Frankenstein que sólo sobrevivirá pasada la segunda vuelta electoral. Pues pese a haber logrado 20 congresistas ellos como bancada no tienen la solidez que les puede dar el haber sido engendrados de una sola matriz partidaria.
Sabedores de la emergencia que viven todos estos “seudos” partidos, y sabedores del peligro de extinguirse en el próximo lustro, se han apurado en unirse para tratar de sabotear la elección de Keiko Fujimori para la segunda vuelta electoral. Su gran temor va más allá de su elección como próxima y primera presidenta del Perú, su pánico político radica en que, de erigirse el fujimorismo en el poder democrático, consolide su fortalecimiento partidario y doctrinario de manera masiva, alimentado por el desarrollo de un gobierno al servicio de las grandes mayorías del país. Ese es su gran temor. El cual tratan de maquillar con mensajes alarmistas como el de un narco estado y disparates por el estilo. Queriéndolo pintar ante la gente desorientada como un monstruo devorador. La verdadera razón es que con una virtual elección de un gobierno encabezado por Keiko Fujimori, se aceleraría la extinción de sus seudos partidos. Pues sus integrantes son ciudadanos que aún no encuentran una ideología que aglomere firmemente sus intereses y que fácilmente los abandonarían ante los resultados exitosos de un gobierno respaldado por un partido organizado y disciplinado a nivel nacional.
Por ello la derecha elitista y oligarca representada por Pedro Pablo Kuczynski no ha tenido reparo en acoger a todos estos temblorosos advenedizos, que llegan a él a endosarle votos fantasmas y golondrinos que en la práctica no le significarán ninguna seguridad al momento del voto efectivo. Es por ello que el mismo PPK se ha abstenido de participar en la marcha organizada por los desestabilizadores revoltosos pues comprometería seriamente su imagen ante los grupos de poder que representa. Esta es la ‘verdad de la milanesa’.
Es por ello que quienes han ido a hacer su show mediático es un grupete de cabecillas de movimientos en proceso de desaparición. Un saltimbanqui Olivera que se arropó con la bandera nacional como si fuese un paño sin ningún valor. Envolverse en la bandera nacional es un merito que se gana con heroísmo y entrega, reservado para mártires nacionales, no para políticos marcados más por el escándalo que por la entrega en el trabajo y en el desarrollo económico y social del país.
PPK los ha recibido hipócritamente con los brazos abiertos y al mismo tiempo como quien no quiere la cosa, pues al fin y al cabo un voto más venga de donde venga, en la situación disminuida en la que él está, de algo le puede servir. En la situación que está sería capaz hasta de hacer pacto con el diablo sí este le promete endosarle su voto. Por suerte nuestra, el diablo tampoco es peruano. Hasta mañana mis amigos de Primera.
