Funden armas para crear juegos para los niños

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11-2Escopetas, revólveres, carabinas y pistolas que fueron utilizadas para cometer delitos y sembrar el miedo, han sido convertidas en instrumentos de vida y esperanza gracias a una iniciativa que transforma el hierro de esas armas en parques con juegos infantiles y gimnasios para el uso de la población.

 

Se trata de armas incautadas por la Policía a delincuentes, que una vez liberadas de todo proceso judicial, son enviadas a la Superintendencia Nacional de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (Sucamec), para finalmente ser fundidas, con lo cual nunca más volverán a ser empuñadas por delincuentes para provocar zozobra en las calles.

 

“Un arma que ha sido utilizada para cometer un delito, para herir a una persona o provocar la muerte de alguien, ahora es convertida en una obra de bien social. Antes eran símbolos de muerte y ahora de esperanza para la niñez y la juventud”, apuntó el titular de la Sucamec, Juan Carlos Meléndez.

 

Esta semana la Sucamec fundió 9,948 de estas armas en la ciudad de Chimbote, con el apoyo de SiderPerú. Según informaron las autoridades, este acto de destrucción no tiene precedentes ya que la cantidad de armas destruidas es la mayor en la historia del Perú. El impacto social es tremendo si se toma en cuenta que puede haber muchas historias trágicas detrás de esas armas, que ahora generan alegrías y sonrisas, en lugar de quitar vidas.

 

Uno de los espacios de vida creados a partir de armas fundidas es el parque “Cerro de la Juventud”, en Chimbote, donde decenas de niños juegan libremente, teniendo como marco una impresionante vista del mar chimbotano. Mientras que en las bancas -que antes fueron rifles- los adultos conversan y miran su futuro de una manera diferente.

 

“La reconversión de las armas es también una reivindicación de los policías que muchas veces sacrifican sus vidas por el bienestar de la ciudadanía”, apuntó Meléndez, para luego detallar que antes de llegar a la fundición todas las armas pasan por un riguroso registro, de acuerdo a normas internacionales, para garantizar que su final sea una hoguera.

 

“El acto de destrucción de armas de fuego no solo simboliza el rechazo a la violencia armada, sino que constituye un aporte a la seguridad ciudadana, porque evita que las armas circulen y vuelvan a caer en manos de la delincuencia”, argumentó.

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