SÓLO UNA

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Desde que estalló el escándalo Ecoteva, Alejandro Toledo negó a voz en cuello que la oficina de la Torre Omega y la residencia de Las Casuarinas fueran de su propiedad y muy suelto de huesos le endosó la responsabilidad a su suegra, Eva Fernenbug, a quien señaló como una beneficiaria de la Segunda Guerra Mundial.

Esta versión fue refrendada por Eliane Karp, quien declaró que su madre tenía recursos suficientes para las adquisiciones inmobiliarias de La Molina, aun cuando vivía en un modesto edificio de departamentos para jubilados en el centro de Suiza. 

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