Becarias de Junín fabrican envases sostenibles a base de cáscara de coco y bambú

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El objetivo de este emprendimiento de las jóvenes estudiantes, naturales de Junín, es reducir el uso de plásticos

Tracy Ocola y sus socias Clelia y Ruth, naturales de Junín, impulsan un innovador emprendimiento que fabrica envases sostenibles a base de cáscara de coco y bambú.

    

Clelia, Tracy y Ruth no solo son unas destacadas estudiantes becarias nacidas en Junín. Ellas comparten también otras aficiones como la innovación y el amor por la naturaleza. Esa inquietud las ha impulsado a crear emprendimientos que les ha permitido elaborar envases sostenibles a base de cáscara de coco y bambú y de esta manera ayudar a reducir el uso de plásticos de un solo uso.

Su amor por la naturaleza les viene de su infancia. Ellas son hijas de agricultores  y ahora están abocadas a encontrar soluciones para reducir la contaminación ambiental.

Clelia, Tracy y Ruth nacieron rodeadas de abundante vegetación en el departamento de Junín, y arraigadas a la idea de un fuerte respeto por la naturaleza. Mientras crecían, veían que la contaminación ambiental se iba convirtiendo en uno de los principales problemas mundiales, por lo que desde pequeñas pensaron en hacer algo para apoyar con la solución. Ahora, que están a punto de culminar sus carreras profesionales, han iniciado emprendimientos en los que utilizan materia prima amigable con el medio ambiente para reemplazar a los plásticos.

Bambuseroo: el ‘oro verde’ que cuida los suelos

Clelia Huanay Pariona tiene noción de emprender desde que tiene uso de razón. Sus padres eran comerciantes y desde niña ella trataba de imitarlos creando alguna idea de negocio sin descuidar sus estudios. Sus padres la motivaron para que, al acabar el colegio, ingrese y culmine con éxito sus estudios en la universidad, un sueño que ellos también querían alcanzar y que sabían que era posible gracias a las becas que otorga el Ministerio de Educación, a través del Pronabec.

La joven natural de San Martín de Pangoa, Satipo, Junín, se ha convertido en el primer miembro de su familia en acceder a la educación superior al ingresar a la Universidad Nacional del Centro del Perú, donde sigue sus estudios de Ingeniería Forestal Tropical con Beca Permanencia del Pronabec. “Cuando gané la beca, me sentí muy feliz porque era en base a mi esfuerzo. El apoyo de la beca ha hecho que pueda dedicarme a mis estudios y también a emprender”, comenta la joven de 23 años, que está próxima a egresar.

Durante sus estudios, se convirtió en socia de Bambuseroo, emprendimiento, que inició su colega Franklin Huarcaya Carhuallanqui. Esta iniciativa incluye la propagación o siembra del bambú en comunidades de la selva central de Junín y la fabricación de diversos productos a base de este recurso. “El bambú es una alternativa de solución. Esta planta es un producto forestal de rápido crecimiento, que se puede aprovechar. También se le conoce como ‘oro verde’, al ser una planta versátil, de los mil usos, tanto en beneficios ecosistémicos y económicos”, sostiene Clelia.

Clelia y Franklin siembran y cosechan los plantones del bambú, y también los venden y asesoran a las comunidades nativas. Luego realizan el proceso de preservado, secado y el trabajo con las cañas maduras, para luego comenzar a fabricar, con apoyo de máquinas y herramientas, una diversidad de productos como materiales de escritorio, artículos decorativos, lámparas, entre otros.

Bambuseroo ha ganado diferentes concursos internacionales, nacionales y de su universidad, con cuyos premios lograron adquirir las máquinas y equipos, y así darles mejor acabado a los productos. “Nos sentimos felices, porque nuestra marca va creciendo. Nos motiva a seguir para, posteriormente, hacer exportaciones. No se limiten, no tengan miedo a emprender. Para llegar al éxito se tiene que probar distintas ideas”, resalta la becaria. Conoce más de la marca AQUÍ.

Eco-coco Perú: de materia desechada a productos biodegradables

Tracy Ocola Alarcon conoció la importante labor de la agricultura al ver el esfuerzo de sus padres en la chacra. Ellos la motivaron a estudiar y convertirse en profesional, y ella no dudó en elegir Agronomía Forestal para apoyar su labor. Su alto rendimiento académico le permitió ingresar a la Universidad Nacional del Centro del Perú y ser acreedora de la Beca Permanencia del Pronabec. “La beca nos ha ayudado en todos los aspectos, de forma integral, como el poder tener tiempo para iniciar emprendimientos”, menciona la joven de 20 años.

Ante sus ganas de aprender, uno de sus profesores la motivó a participar de un concurso de emprendimientos en su universidad. Es así que, al ver tanta contaminación ambiental por el uso de plásticos en el día a día, decidió crear su iniciativa con la cáscara de coco, materia que normalmente se desecha en las calles de Satipo, Junín. Llamó a su emprendimiento Eco-coco Perú, y con el apoyo de sus amigos Ruth Alarcón Castro y Gerardo Egoavil Huancho comenzó a utilizar la cáscara de coco para fabricar productos biodegradables, que pueden reemplazar a los productos de plástico.

“Las personas beben el agua de coco, consumen la pulpa, pero desechan la cáscara. Entonces, se decidió recolectar esta fibra para procesarla y convertirla en diferentes productos”, indica Tracy. Ya con el equipo formado, participó con su idea de negocio en un concurso de emprendimientos de su universidad, y resultaron ganadores. Con el financiamiento recibido pudieron comprar herramientas artesanales para llevar la idea a la práctica. Comenzaron con platos biodegradables y posteriormente con macetas.

Para la fabricación de los productos, que es con un proceso manual y con herramientas artesanales, los jóvenes se dedican a recoger las cáscaras de las calles y a procesar la materia con el lavado, secado, licuado y moldeado. Los estudiantes siguen participando en nuevos concursos para obtener financiamiento y perfeccionar más su técnica de acabado. Conoce más del emprendimiento AQUÍ.

“Los productos que fabricamos, al ser a base de fibra de coco, se descomponen de forma natural en 30 días. Es decir, simplemente no contaminan ni dañan el medio ambiente, sino que aportan a que sea más fértil. Esperamos que con este emprendimiento se contribuya a reducir la contaminación y también a generar más ingresos a los vendedores de coco y otras personas”, señala Ruth, quien también ganó la Beca Permanencia del Pronabec tras motivarse con la historia de Tracy. Ahora, ambas pueden dedicarse a estudiar y a seguir impulsando su emprendimiento sin preocupaciones económicas.

Clelia, Tracy y Ruth seguirán esforzándose para convertirse en excelentes profesionales y emprendedoras. Ellas son parte de los más de 45 000 peruanos que han sido beneficiados con la Beca Permanencia del Pronabec. Para conocer más, se puede visitar la página web www.gob.pe/pronabec, así como realizar consultas a través de sus redes sociales, la línea gratuita 0800 000 18, la central telefónica (01) 612 82 30 o escribir por WhatsApp al 914 121 106.

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