EL PUEBLO YA NO AGUANTA MÁS

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El acatamiento del paro de 72 horas decretado por diferentes gremios del servicio de transporte público y las multitudinarias marchas de protestas sumadas a esta medida, y realizadas a nivel nacional, son la expresión pura de un pueblo que ya no soporta la violencia urbana, además de la indiferencia de un gobierno que no es capaz de brindarle el derecho a  su seguridad para poder trabajar y vivir en paz.

Es muy serio lo que está  sucediendo en el país y sí el  gobierno de Dina Boluarte insiste en cerrar los ojos y mirar a otro lado, y decir que son protestas con motivaciones políticas opositoras, significa que insiste en fingir que vive en otra realidad. En la realidad y comodidad plácida de su metro cuadro, de su vida con chofer y seguridad, con sueldos abultados y puntuales, que se abonan a sus cuentas desde el erario público.  Viven en la realidad de la  indolencia y la falta de empatía total para un pueblo que se desangra bajo el gobierno de la delincuencia urbana, que le quita a punta de pistola y explosivos, lo poco que sabe ganarse honradamente. Porque eso es  lo que hace el sicariato miserable y cobarde, que le quita lo poco que gana aquel que no puede defenderse. Esa delincuencia extorsionadora que se esconde detrás de un arma para sentirse valiente, que intenta quitarle la dignidad a un pueblo que solo sabe trabajar para los suyos y ganarse el pan en buena ley.

El pueblo que se ha levantado y ha hecho uso de sus légitimo derecho a la protesta ha soportado estoícamente la ineptitud y la indiferencia de un gobierno incapaz de echar a andar un país con todas las condiciones para estar en una mucho mejor situación económica.
El peruano que ha salido a las calles no ha necesitado del Estado nunca, porque ha aprendido a ganarse el pan por sus propios medios, ese emprendendor al que el Estado no le ha dado un sol en crédito, al  que no le ha financiado ningún bus y no le ha dado absolutamente nada mas que la obligación de pagar impuestos, ha salido a las calles para gritarle en la cara al gobierno de Dina Boluarte, y al Congreso, que no es capaz de hilvanar leyes para poder darle amparo al ciudadano y herramientas a las intituciones para frenar la  ola de violencia.
Esa ciudadanía indignada que se ha sumado a las marchas espontáneamente portando su bolsa de mercado o llevando en brazos a su niño de pecho ha salido a exigirle a voz en cuello a  sus autoriddes a que hagan algo para que dejen de matar a sus hijos, esposos y vecinos, para que hagan algo contra el terror impune de esas cartas amenzantes que les reclaman bajo amenaza de muerte, parte de su ínfima ganancia.
Este gobierno y las autoridades que lo acompañan no pueden permanecer cegados ante la realidad del grito popular que golpea sus puertas blindadas, buscando amparo y justicia.
Los politicos en el poder no pueden evadir su responsabilidad ante el avance del terror urbano. Es imposible que a estas alturas no haya en el país un plan de seguridad urbana profesional y confiable a ejecutar. No se puede frenar la violencia con improvisados estados de emergencia, que solo buscan ganar tiempo y empeoran la situación de la población una vez que estos concluyen.
No se puede permitir que permanezca en el cargo el ministro del Interior, personaje cuestionado que no tiene experiencia, al que se le señala de haber sido colocado en el puesto para cumplir con encargos particulares de la presidenta, como el de proteger de la captura a su socio político Vladimir Cerrón y desarticular los departamentos policiales encargados de investigar la  corrupcion en el poder, esa no es la función de un ministro del Interior.
Este levantamiento popular es una señal de alerta que el pueblo no está dispuesto a soportar más la inacción de este gobierno. La situación exige una cambio de  ministro del Interior inmediato, para que sea reemplazado por un profesional de demostrada experiencia en el manejo de la seguridad pública. A estas hordas de sicarios no se les extermina con balas, sino con inteligencia. Hay que infiltrarse, seguirlos y capturar a la plana mayor y el resto de  desadaptados huiran como ratas asustadas que tarde o temprano caeran por otros delitos.
No hay más paciencia por parte del pueblo, al parecer el tiempo de permanencia en el poder a Dina Boluarte se le está terminando, por mas que sus socios politicos le quieran brindar soporte, cuando vean que la situación se torne insostenible, simplemente la dejaran sola. Hasta la proxima semana amigos de Primera.

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