Fátima se llena de fe: 200,000 devotos oran por el pontificado de León XIV y honran a Papa Francisco

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Bajo una atmósfera de recogimiento y emoción, más de 200,000 personas colmaron este martes 13 de mayo el Santuario de Nuestra Señora de Fátima para participar en la peregrinación internacional anual, esta vez marcada por un doble significado: la bienvenida espiritual al papa León XIV y el tributo al legado del papa Francisco, fallecido recientemente.

Una multitud bajo la lluvia, unida por la fe

La explanada frente a la basílica del Rosario se convirtió en un océano de paraguas y velas, donde la lluvia no fue obstáculo, sino parte del ambiente de entrega y penitencia. La lluvia, en muchas tradiciones marianas, es interpretada como un símbolo de purificación y renovación. Así lo entendieron los peregrinos, muchos vestidos con capas plásticas, que se mantuvieron en oración durante horas.

Durante la procesión de las velas, miles de pañuelos blancos ondearon en el aire como símbolo de despedida al pontífice saliente y como gesto de esperanza hacia el nuevo.

El recuerdo de Francisco: devoción y legado en Fátima

El papa Francisco, conocido por su amor por la Virgen de Fátima, había visitado el santuario en 2017 con motivo de la canonización de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, y nuevamente en 2023, durante la Jornada Mundial de la Juventud. Su espiritualidad profundamente mariana dejó huellas físicas y simbólicas en este lugar, como el cáliz de plata dorada que regaló y que fue utilizado en la misa conmemorativa.

Este cáliz, ornamentado con escenas evangélicas, fue colocado junto al altar como recordatorio del compromiso que Francisco tuvo con una Iglesia más cercana, humilde y compasiva. Muchos asistentes afirmaron que sentían su presencia espiritual durante la ceremonia.

León XIV: un pontificado que inicia en oración

El nuevo pontífice, León XIV, mantiene una historia de cercanía con Fátima. Su oración de consagración en 2019 ante la imagen peregrina de la Virgen fue recordada como un momento profético por algunos fieles. Su elección como papa ha sido leída por muchos como un llamado al discernimiento, la reforma serena y la profundización espiritual de la Iglesia, más allá de las tensiones políticas o mediáticas.

El cardenal Jaime Spengler, presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil, presidió la misa y dirigió una homilía de gran contenido teológico y pastoral. Llamó a “no dejar solo al nuevo Papa” y a “apoyarlo con oración y compromiso cotidiano” en una época donde la Iglesia enfrenta desafíos profundos: escándalos, tensiones internas, y una sociedad que, en palabras del purpurado, “a menudo cierra sus oídos al Evangelio”.

Una Iglesia verdaderamente universal

La dimensión internacional de la peregrinación fue palpable. Fieles de América Latina, África, Asia y Europa compartieron experiencias, testimonios y plegarias. El caso de Ana María Orellana, peregrina venezolana, refleja el sentido de pertenencia y dolor compartido que muchos creyentes sintieron al recordar a Francisco y mirar hacia el futuro. Su grupo planea continuar hasta Roma, llevando cartas y mensajes de comunidades cristianas de base de Venezuela, en una muestra de la conexión directa entre pueblo y pontífice.

Fátima como signo de continuidad espiritual

Más allá de los ritos visibles, la jornada se vivió como un puente entre dos pontificados. Fátima, que ha sido escenario de momentos clave para el papado moderno—como la consagración del mundo por Juan Pablo II en 1984, o la visita penitencial de Benedicto XVI en 2010—actuó nuevamente como punto de intersección espiritual.

Los fieles partieron con una clara consigna: caminar junto al nuevo Papa, sostenerlo en la oración, y contribuir desde sus comunidades a una Iglesia que, como pedía Francisco, “salga al encuentro del otro”, especialmente del más frágil.

Un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia

La jornada del 13 de mayo de 2025 en Fátima será recordada como el primer gran acto de comunión global tras el fallecimiento de Francisco, y como el momento en que los creyentes depositaron sus esperanzas en León XIV, quien, como sus antecesores, inicia su misión bajo el manto protector de la Virgen.

Desde la explanada de Fátima, resonó una oración que sintetiza el espíritu de este nuevo tiempo:

“Santa María, Señora de la Esperanza, camina con tu Iglesia en esta hora de discernimiento, de renovación y de fe compartida”.

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