Mosab al Trtori, de 20 años, compartió notas de voz y fotografías que muestran cómo familias enteras dependen de mercados informales y de ayuda humanitaria desviada.

Antecedentes y contexto
Antes de la guerra, Mosab vivía con su familia en Rafah; estudiaba ingeniería y mantenía un canal de videojuegos. Hoy reside en Al Mawasi con ocho familiares en tiendas de campaña. Intenta cultivar pimientos, tomates y berenjenas en suelos arenosos y con agua salobre, que deteriora los cultivos. Israel restringe el acceso de prensa internacional a Gaza; por ello Mosab compartió material directo con la BBC para ilustrar la vida cotidiana bajo conflicto.
Declaraciones y testimonios
“A veces hemos deseado la muerte antes que seguir viviendo en estas condiciones, pensando siempre en comida y agua”, dijo Mosab. Relató que su familia lo envía a los mercados por su capacidad de regateo y que un encendedor —comprado por unos 100 shekels— se comparte entre 25 familias para cocinar. Señaló que parte de los productos en venta provienen de ayuda humanitaria desviada por bandas y revendida en puestos callejeros. Contó además que vecinos resultaron heridos en hechos de violencia cerca de centros de distribución de ayuda.
Cifras, documentos y datos oficiales
- Un organismo de seguridad alimentaria respaldado por Naciones Unidas confirmó hambruna en Ciudad de Gaza por primera vez en agosto.
- El Ministerio de Salud gazatí reportó 185 muertes por desnutrición en agosto.
- Agencias de la ONU, gobiernos como el del Reino Unido y organizaciones humanitarias atribuyen la hambruna a acciones de Israel; Israel lo niega y sostiene que, donde exista hambre, es responsabilidad de agencias de ayuda y Hamás.
- La escasez y el colapso de la infraestructura elevan precios: un diente de ajo cuesta cerca de US\$3; un saco de harina de 25 kg, 700 shekels (≈ US\$200), unas 30 veces el valor previo a la guerra, según el testimonio recogido por la BBC.
- Con cajeros y bancos inoperativos, comisiones superiores al 50% encarecen el acceso a efectivo, de acuerdo con Mosab.
Cómo transcurre una jornada
Mosab caminó dos horas bajo altas temperaturas para conseguir ingredientes de mujaddara (lentejas, arroz y cebolla). Logró comprar lentejas, arroz, salsa de tomate y una cebolla. La familia dispone de cerca de 12 litros de agua al comenzar el día; si no llega el camión cisterna, deben recorrer largas distancias hasta plantas desalinizadoras. Para cocinar, usan leña, a veces obtenida de escombros, y plástico pese a sus riesgos para la salud, ante la imposibilidad de acceder a gas. “Seguimos sacando agua del pozo y regando nuestras plantas”, resumió.
Implicancias sociales y económicas
El testimonio retrata la estratificación del acceso a alimentos: quienes cuentan con efectivo pueden comprar a precios muy altos; otros dependen exclusivamente de la ayuda humanitaria, cuya distribución está marcada por riesgos de seguridad. La disrupción de la cadena de efectivo, la destrucción de infraestructura hídrica y la escasez de combustible agravan la inseguridad alimentaria y sanitaria. El encarecimiento de básicos —como ajo, cebolla, harina y aceite— convierte preparaciones tradicionales en bienes de consumo restringido.
Próximas acciones y escenarios
Organismos humanitarios y agencias de la ONU reclaman corredores seguros, aumento de ingresos de ayuda y garantías de distribución. Israel rechaza las acusaciones sobre la hambruna y responsabiliza a Hamás y a las agencias de ayuda por fallas logísticas. Mientras continúan las hostilidades y las restricciones de acceso, familias como la de Mosab dependerán de cultivos de subsistencia, compras puntuales en mercados informales y la llegada intermitente de agua y asistencia.
Panorama
El material entregado por Mosab a la BBC ofrece una radiografía verificada del día a día en Al Mawasi: escasez, precios prohibitivos y recursos mínimos para cocinar y beber. La evolución de la crisis alimentaria en Gaza dependerá de decisiones políticas y humanitarias que permitan incrementar y asegurar la ayuda, restablecer servicios básicos y reducir riesgos para la población civil, mientras continúan las investigaciones y el seguimiento internacional sobre el acceso a alimentos y agua.