“Hasta el último cartucho”: tataranieta de Bolognesi habla del legado del héroe [video]

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Agencia Andina conversó con Ana Mamie Raguz Bolognesi, descendiente del coronel Francisco Bolognesi

“Apellidarse Bolognesi es ciertamente un honor que conlleva obligaciones”, señala la tataranieta del héroe nacional.

    

Hablar de héroes nos remite inmediatamente a hombres y mujeres célebres cuya vida se detalla con esmero en innumerables libros de historia, a personajes irrepetibles que dejaron la piel defendiendo la patria, como lo hiciera el muy querido coronel Francisco Bolognesi. ¿Cuál es el legado del entrañable héroe de Arica?, ¿qué opinan sus descendientes?

“El legado que nos dejó fue el honor, el sentido del deber, la limpieza de conductas, la ética, la moral, la lealtad; virtudes y valores que hoy en día, lamentablemente, se pierden con tanta facilidad. Fue un hombre incorruptible”,manifiesta Ana Mamie Raguz Bolognesi, tataranieta del recordado héroe.

Destaca que si bien a él le tocó vivir tiempos convulsos, plagados de guerras caudillistas por el poder de un país todavía joven, su determinación por hacer lo correcto lo arrancó para siempre del olvido y lo hace brillar hasta la actualidad. 

“Contemporáneos a él eran Prado y Nicolás de Piérola, personas cuyas trayectorias son altamente debatibles. Aquí el valor de lo que se hacía estaba muy por encima de la ganancia personal y eso es muy difícil de encontrar hoy en día. Creo que ese es el legado más importante de Bolognesi, sobre todo en medio de sociedades donde hay mucha corrupción y todo es muy banal”.

Francisco Bolognesi (Lima), nacido en 1816, perteneció a la primera generación de peruanos después de la Independencia, con un alto sentido de pertenencia a la Patria que tanto costó liberar. 

La madre de Ana Mamie donó muchos objetos militares del héroe al Ejército, incluida su espada. El año pasado le entregaron una réplica de esta pieza de mucho valor. 

Era un hombre que se dedicó al comercio, con grandes habilidades para la administración, que se unió al Ejército en 1854, pasados los 35 años. Durante su trabajo en las Fuerzas Armadas cumplió diversas misiones hasta su retiro a la edad de 57 años. Sin embargo, regresaría tiempo después, en 1879, para defender nuevamente al Perú, esta vez en la guerra con Chile. 

Un hombre con agallas

Aunque para su época era considerado un anciano –tenía 63 años–, el coronel se unió pronto a la campaña del sur, la cual terminó liderando el ataque contra las fuerzas chilenas que sitiaban Arica. Su oponente de ese entonces superaba en artillería y soldados al Ejército de la Alianza, conformado por Perú y Bolivia. 

Consciente de las victorias que iba sumando el enemigo y los riesgos que corría su Ejército, Francisco Bolognesi pidió refuerzos al presidente Nicolás de Piérola. Su pequeña división no llegaba a los 2,000 hombres; mientras que los chilenos los triplicaban en número. Los recursos solicitados nunca llegaron. 

Él tuvo una solidaridad enorme con el país. Uno lo ve en los telegramas que mandó en la víspera del asalto al morro, donde se ve la ansiedad, la preocupación, la necesidad de pedir ayuda y la frustración de saber que esa ayuda no vendrá. Sin embargo, cuando va el emisario chileno, no le tiemblan la mano ni la voz para continuar con su defensa de la Patria”, rememora Ana Mamie.

Este hecho alude al encuentro del emisario chileno Juan de la Cruz Salvo con Francisco Bolognesi, con el único propósito de que se rinda y evite un mayor derramamiento de sangre. Esto ocurrió en la llamada Casa de la Respuesta, en Arica, el 5 de junio de 1880.

El coronel Bolognesi no acepta y cierra la reunión con la frase que lo inmortalizó: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Su plana mayor se plegó a esa decisión y se preparó para la gesta que, de antemano, sabía que perdería. Dos días después, el 7 de junio, en medio de una férrea defensa del morro de Arica, Bolognesi muere en el campo de batalla cumpliendo con lo que había prometido.

Tierra del morro de Arica. “Fui a la Casa de la Respuesta el 2016, cuando se cumplieron los 200 años del natalicio del coronel. Fue muy fuerte”, señala la tataranieta.

Rendirse, jamás

Su tataranieta reflexiona: “¿Cuántas veces nosotros nos vemos en situaciones extremas, en nuestra vida personal, donde pedimos ayuda y esta no viene? ¿Qué cosa vamos a hacer? No todos tenemos que ser héroes, pero podemos llevar un Bolognesi en nuestra manera de vivir la vida y eso te lo da de quién vienes, es parte de tu madera”. 

“Apellidarse Bolognesi es ciertamente un honor que conlleva obligaciones, una responsabilidad. Para mí, no puede existir un Bolognesi con pésima conducta. Son muchas generaciones de servir al país de una manera muy correcta”.

Afirma que se trata de una distinción que comparte con su hermana, como únicas descendientes del apellido heredado por su bisabuelo Federico Pablo Bolognesi Medrano (hijo del héroe), quien se casó con Ana Bolognesi Coloma. De esa unión nacería Federico Roberto Bolognesi Bolognesi, su abuelo, quien tuvo una sola hija, Ana María Bolognesi Loret de Mola, madre de Ana Mamie Raguz Bolognesi. (Sin embargo, advierte, su tatarabuelo tuvo una segunda familia de la que hay otros descendientes con los que no guarda mayor vínculo).

Destaca la generosidad del coronel. No tenía mucho dinero, pero se preocupaba por ayudar a sus hijos que también estaban en el Ejército. “Les mandaba sus botas y plata para que se armen, para que se vistan bien porque eran chiquitos, Enrique y Augusto Bolognesi”. Ambos murieron en las batallas de San Juan y Miraflores, un año después que su padre. 

Por lo general, todos ponemos a los héroes en un pedestal y nos olvidamos de que fueron seres de carne y hueso, con familia y sueños, y cuyas decisiones los volvieron únicos, refiere.

Guarda con esmero las reliquias del héroe, así como cada objeto que se lanza en honor a su legado. 

El lema de mi tatarabuelo es el mensaje más útil que he recibido en toda mi vida. Y lo uso mucho con mis hijos, de 34 y 31 años, quienes se acaban de casar y están en la etapa de forjar su futuro profesional y de familia. Cuando me preguntan qué diría mi papá en esta situación, qué cosa haría, la respuesta es la misma: trabaja, no pierdas el foco y no te rindas, porque todas las cosas salen si no te rindes. Hasta una gota de agua puede hacerle un hueco a la piedra”.

Esta misma convicción y tenacidad la sostuvieron mientras luchaba contra la dura enfermedad que atravesó su esposo, el reconocido economista Roberto Abusada Salah, unos de los grandes artífices de la reforma económica de los 90, quien murió en julio del 2021. Darlo todo hasta quemar el último cartucho es y será su divisa. 

¿De dónde viene la valentía?

Ana Mamie se reconoce valiente. Esa característica, dice, le fue forjada en casa, por su madre, quien la ponía a prueba en los lugares más inusitados, como la visita al dentista o al momento de vacunarse: “¿Eres Bolognesi? Así que nada de andar con miedos”, rememora entre sonrisas la frase que tantas veces escuchó.   

Polifacética como su otro tatarabuelo, Mariano Bolognesi, fue bailarina de ballet clásico en Londres, pasión que dejó para estudiar economía y luego decantarse por una especialización en historia bizantina y pedagogía de danza clásica. Ahora viuda, se ha embarcado en la tarea de resucitar la empresa de su abuelo Federico Roberto Bolognesi.  

Si hubiera posibilidad de reencarnase sería militar, confiesa, recordando con nostalgia que desde muy pequeña representó a su tatarabuelo en los desfiles escolares, personificándolo siempre con pundonor y entrega, incluso siendo apenas una niña. 

“Nunca reclames nada para que no crean que mi deber tuvo precio”, le escribió el coronel a su esposa, presagiando su muerte en combate. Foto en vidrio del coronel Francisco Bolognesi guardada por la familia 

“Cuando creces en una familia así es inevitable que todo esto se vuelva parte de tu ADN. Ni mi hermana ni yo somos personas que nos guste tanto el protagonismo, pero evidentemente, cuando salta el apellido Bolognesi lo primero que surge es la pregunta: ¿qué son ustedes del héroe? Es muy grato para mí ver cómo mucha gente realmente se emociona al ver a un descendiente directo del héroe. Nunca he tenido un mal rato por mi apellido”.

Considera que la valentía, más allá del arrojo, se ampara en una conciencia tranquila, que nada esconde, que obra bien y sus hijos lo saben. “Si se atreven a manchar el legado familiar, se armaría una [guerra] más grande que la Guerra del Pacífico”, advierte.  

¿Cómo ser héroes en estos tiempos? 

Bolognesi es uno de los hombres más conocidos en el Perú porque, posiblemente, hay más avenidas, plazas, calles con su nombre que de cualquier otro héroe o personaje histórico. Creo que cualquier peruano en capacidad de retener un poco de información debería saber quién fue y qué representa”, comenta. 

Francisco Bolognesi fue declarado Patrono del Ejército del Perú el 2 de enero de 1951 y fue elevado al grado de Gran Mariscal del Perú en 1989.

A muy poco de celebrar un nuevo aniversario patrio, pide dedicar unos minutos a reflexionar sobre lo que tanta gente hizo en nombre del Perú. 

“Dediquemos un minutito a la asociación de ideas, poniendo nuestros pies en la tierra y viendo la razón por la cual esa plaza, calle, avenida está ahí, ¿cuál es el mensaje? Usemos lo que nos rodea en nuestro día a día para preguntarnos qué lecciones saco para mí”.

Alejada de la brillantina y falsa solemnidad que pueden traer algunos festejos, considera que el 28 de julio no es una fecha para pegarse una panzada de chupe de camarones y tomarte todos los piscos sours del planeta. Por el contrario, debe ser motivo para pensar en lo que la gente hizo en esta fecha hace 203 años, sobre todo la que dio su vida en batallas importantes. 

La familia aún conserva la vajilla en la que comía el héroe. Es un tesoro usado en ocasiones muy especiales. 

“Para identificarnos realmente con un personaje hay que ver qué cosas tenemos en común con ellos. Pienso en la solidaridad y no solamente en la de Bolognesi, sino también de Alfonso Ugarte, de Elmore…, hasta del último combatiente, de las rabonas, de las mujeres de Tacna, de Moquegua, que acompañaron a los soldados. Hubo mucha solidaridad”.

Otra cosa que nos puede acercar al legado del héroe es su amor a la familia y la búsqueda de hacer lo correcto.

“Hay una cosa que a mí siempre me ha gustado decir: todos llevamos un Bolognesi adentro, todos somos Bolognesi y Grau. Es cuestión de tenerlos un poquito más presente. Yo me encuentro usando su frase hasta el último cartucho varias veces al día. A veces puede resultar muy anecdótico y la gente se mata de risa, pero puedes empezar usándolo como una broma hasta que te das cuenta de que tiene sentido y regresas a la memoria histórica en un personaje que es nuestro, un patrimonio de todos los peruanos”. 

Y destaca que no es necesario inmolarse para ser un héroe en estos tiempos: “Basta con cumplir nuestros deberes lo mejor que podamos, hacer las cosas bien por ti y por la Patria, porque en la medida en que lo hagas bien por ti será bien para todos los demás”.

A la misma edad en que partió su tatarabuelo a la eternidad, 63 años, ¿cuáles son los deberes sagrados que Ana Mamie Raguz Bolognesi tiene por cumplir hasta quemar el último cartucho?

“Los mismos que los de mi tatarabuelo. Si me pidieran un gran sacrificio para salvar alguna causa que beneficie a un gran número de personas, no pestañaría, haría exactamente lo mismo que mi tatarabuelo. Creo que muchos lo haríamos, no estaría sola. Mira la herencia que les vas a dejar a tus hijos. Es nuestro legado”, responde segura.

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