Los padres que ‘celebran’ desde prisión

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11-1El amor de un hijo y cumplir su rol como padres los ayudan en estos momentos.

Los padres de familia que hoy pagan con prisión los delitos que cometieron han encontrado en el amor filial un soporte emocional que los ayuda a asumir sus errores y a enfrentar con paciencia la falta de libertad. Piter, Jorge y Luis son tres internos del penal Miguel Castro Castro, que reconocen que el afecto de los hijos es vital para superar la adversidad.

Desde hace dos años, la cárcel es el hogar de Piter Cervantes Vilca (de 59 años). Tenía una requisitoria por tráfico ilícito de drogas y cayó en una batida policial en San Martín de Porres, distrito que lo vio nacer y del que nunca se mudó. “Estaba pedido”, dice. Después de cuatro ingresos a varios penales "se tranquilizó", trabajaba en una empresa de seguridad hacía cuatro años, y se estaba enderezando, cuenta. "Pero las cosas malas que uno le hizo a la gente, muchas veces regresan a uno", confiesa.

Es papá de diez varones, "todos de la misma mamá", aclara, pero ninguno lo visita. Ni sus nietos, siquiera. El único que lo acompañaba acaba de fallecer. Siente pena, pero entiende que no lo quieran ver. “No supe ser padre, no los vi crecer, ni les di amor”. Se quiebra, pero sabe que vendrán tiempos mejores. Tiene fe en un ser supremo que hace del padre que él tampoco tuvo. Dios lo acompaña, asegura, lo ayuda a controlar tantos sentimientos encontrados que a veces lo agobian: tristeza, resentimiento y dolor. “La prisión no paga, la familia sí”.

A la espera de su niña

En cambio, Jorge Cáceres Huamán (de 27 años) tiene otra suerte. Angelina Jahaira es la razón de su vida. Cada 15 días la espera para sentir sus bracitos alrededor de su cuello y sus labios pequeños sobre sus mejillas. A sus 6 años ella no pregunta, solo juega y habla con él. “Le explico su tarea, lo que nunca hice con ella cuando estaba afuera. Me arrepiento de haber sido un mal padre”, dice, pero no puede continuar su relato. El pasado lo acusa, y se queja de su padre que lo trató mal, pero a la vez lo comprende. "Lo hizo porque creyó que hacía bien. Ya no lo culpo”. Antes de que naciera su niña, Jorge ya consumía alcohol y drogas. Y cuando vino al mundo, se enredó con una mujer que después lo denunció por violación. Su caso está en proceso. Hoy solo espera la visita de Angelina Jahaira, y no pierde la fe en Dios.

Fue seguridad del Estado

Luis Cavero tiene 17 años en Castro Castro y 46 abriles de existencia. Como ex agente policial de Seguridad del Estado, por los delitos que cometió, y que prefirió no mencionar, tiene que cumplir cadena perpetua. “Es más duro de lo que esperaba”, comenta. Este tiempo le ha servido para darse cuenta de que no valoró la libertad y el amor, que tanto dolor que siente todavía le sirve para no quedarse de brazos cruzados ni hacerse la víctima. Actualmente cursa el octavo ciclo de Derecho, participa activamente en los talleres y es delegado del Pabellón B, donde ubican a los que cumplen penas por sicariato, robo agravado o narcotráfico. Pero a pesar de que perdió su libertad por cometer delitos, Luis siente que es un ejemplo para sus hijas. Sobre todo, afirma convencido, uno es capaz de mostrar que se puede cambiar, madurar y seguir luchando por amor.

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