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Un problema existencial serio afronta el escribidor peruano-ibérico Mario Vargas Llosa, luego de recibir la llamada del presidente Rafael Sagasti en la que le pedía- cuando no imploraba- que interpusiera sus buenos oficios para que Keiko Fujimori depusiera sus armas y aceptara su derrota en las urnas. El autor de Lituma en los Andes habría quedado turbado, pues ya suficiente escozor le provocó el hecho de haber tenido que respaldar ante el mundo la postulación de la hija de don Alberto.
