Madres luchadoras, gastronomía resiliente, patrimonio milenario y estabilidad macroeconómica: los pilares del orgullo nacional según el psicólogo Jorge Yamamoto.

En el marco de las celebraciones por Fiestas Patrias, la reflexión sobre los elementos que conforman la identidad nacional cobra renovada relevancia. ¿Qué nos une como peruanos más allá de nuestras diferencias? ¿Qué símbolos, prácticas o figuras generan un sentimiento compartido de pertenencia? Para el psicólogo social Jorge Yamamoto, existen al menos cuatro grandes factores que sintetizan ese orgullo colectivo: la figura de la madre peruana, la riqueza gastronómica, el legado histórico y la solidez macroeconómica.
1. La madre peruana: base moral y motor silencioso del país
Yamamoto considera que el primer y más poderoso símbolo de identidad nacional es la madre peruana, cuya lucha cotidiana atraviesa fronteras geográficas, clases sociales y niveles educativos. “Es un emblema transversal. Está en todos los rincones del país, desde la Amazonía hasta los Andes y la Costa, y en todos los sectores sociales”, declaró el experto en entrevista con la Agencia Andina.
La figura de la madre en el Perú no se limita a la maternidad biológica, sino que representa una ética de sacrificio, trabajo incansable y amor incondicional. Yamamoto destaca especialmente el rol de las mujeres que crían solas a sus hijos, muchas veces enfrentando condiciones de precariedad económica y ausencia paterna.
“Ellas son las verdaderas estrellas de la patria. Sacan adelante a sus familias con esfuerzo, valores y dignidad. Son la fuente de inspiración de muchas de las obras y logros del Perú antiguo y moderno”, sostuvo.
El psicólogo utiliza el término “chola power” para reivindicar esa fortaleza femenina histórica y cotidiana, muchas veces invisibilizada. A su juicio, sin estas madres, no sería posible entender la continuidad ni la resistencia cultural del país.
2. La gastronomía peruana: integración, creatividad y orgullo global
El segundo factor señalado por Yamamoto es la gastronomía nacional, no solo por su reconocimiento internacional sino por lo que representa a nivel simbólico. “La comida peruana no es solo un conjunto de recetas. Es una expresión de cohesión social, de creatividad frente a la escasez y de identidad que se reinventa en cada hogar”, indicó.
Según el especialista, en la cocina peruana convergen elementos de múltiples orígenes –andinos, africanos, europeos, amazónicos, asiáticos– que, lejos de confrontarse, se integran para dar lugar a nuevas formas. Esa capacidad de síntesis y adaptación, sostiene Yamamoto, debería ser replicada en otros ámbitos de la vida nacional.
“En nuestras cocinas ocurre algo que no sucede en la política: la unión armoniosa de lo distinto para crear algo mejor. Si aplicáramos esa actitud al debate público, seríamos un país con altísima cohesión social”, afirmó.
Además, subrayó que la gastronomía peruana no depende de ingredientes sofisticados, sino de la capacidad de “hacer mucho con poco”, lo cual la convierte también en una metáfora de resiliencia cultural.
3. El legado cultural e histórico: herencia de civilizaciones milenarias
El tercer eje de identidad abordado por Yamamoto es el vasto patrimonio arqueológico e histórico del Perú. La existencia de civilizaciones como Caral, la ciudad más antigua de América, o complejos como Machu Picchu, Chan Chan y las líneas de Nasca, son prueba de un desarrollo cultural profundo y sostenido.
“El Perú prehispánico se desarrolló en condiciones geográficas adversas, con alta complejidad ecológica, y aun así logró avances notables en ingeniería, urbanismo, agricultura y organización social. Eso no fue casualidad, sino fruto de un conocimiento acumulado y transmitido generacionalmente, en buena medida por mujeres”, reflexionó.
Este patrimonio no solo es motivo de orgullo, sino también una oportunidad estratégica para el turismo, la educación y el posicionamiento internacional del país. En cada celebración de julio, estos símbolos reaparecen como recordatorios tangibles de un pasado que aún interpela al presente.
4. La macroeconomía: estabilidad como activo nacional
Aunque menos visible en términos simbólicos, Yamamoto agrega un cuarto elemento que considera esencial en la construcción del orgullo nacional: la estabilidad macroeconómica del país. En particular, destaca la figura de Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva del Perú, como referente técnico e institucional.
“El Perú, pese a la inestabilidad política, ha logrado mantener una política monetaria prudente, con baja inflación y reservas internacionales sólidas. Eso es admirable en el contexto latinoamericano”, señaló.
Sin embargo, Yamamoto matiza su análisis al indicar que este logro se debe en parte a la debilidad de otras economías de la región, más que a un mérito absoluto. Aun así, resalta la importancia de contar con funcionarios técnicos que, como Velarde, permanezcan al margen de los vaivenes políticos y prioricen la estabilidad nacional.
“Si tuviéramos ese mismo nivel de compromiso profesional en otros sectores –educación, salud, justicia, seguridad–, estaríamos en una posición mucho más fuerte como país”, advirtió.
Una identidad múltiple pero con bases comunes
En resumen, la mirada del psicólogo Jorge Yamamoto ofrece una visión articulada de los elementos que alimentan el orgullo nacional en fechas como las Fiestas Patrias. Desde las madres que sostienen el país desde el anonimato hasta las expresiones culturales milenarias, pasando por la comida que une y la economía que estabiliza, el Perú cuenta con activos tangibles e intangibles que conforman su identidad.
Lejos de ofrecer un discurso celebratorio acrítico, Yamamoto invita a reflexionar sobre cómo estos elementos pueden inspirar transformaciones más profundas: “Tenemos el talento, el legado y la capacidad. Lo que falta muchas veces es el compromiso colectivo para aplicarlos más allá de lo simbólico”.
En este 28 de julio, su llamado es a reconocer lo que nos hace sentir orgullosos, no solo para celebrarlo, sino para construir sobre esa base un país más justo, cohesionado y sostenible.