Un año de esperanza y reconciliación

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Palacio de gobierno

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Y en política esta renace al aproximarse una nueva elección presidencial. La esperanza ciega no sirve de mucho, esta debe sustentarse en el aprendizaje del camino recorrido. Hemos cerrado un año políticamente amargo, ocasionado por los escandalosos destapes de corrupción que involucran directamente a la esposa del Presidente de la República. Hechos en investigación fiscal que hacen predecir que la corrupción ha alcanzado la punta de la pirámide del poder. Pese a ello debemos mantener la esperanza que todo esto tiene cambiar. Los gobiernos pasan la Nación permanece.

Tenemos que aferrarnos a la esperanza que en la clase política aún hay gente honorable, honrada y proba dispuesta a servir a la patria con sus mejores atributos intelectuales y morales. Debemos alentar la esperanza pese a los malos ejemplos que hay políticos rescatables en quienes se puede confiar. Mantener viva la esperanza para seguir creyendo que el Perú tiene futuro más allá de los malos gobiernos. No debemos perder la esperanza que las cosas van a mejorar, que se puede recuperar la conciencia electoral para lograr una elección inteligente.

La esperanza necesita apoyarse en la reconciliación nacional. Reconciliación que tiene que estar despintada de colores políticos. Los partidos y movimientos políticos están quedando fuera de consideración por su falta de modernización de sus ideologías. Para dar paso al personalismo político. De esta manera no vamos a llegar muy lejos. Lo que el país necesita es de líderes que promuevan la unión nacional, bajo conceptos de progreso empresarial, de conciencia cívica, de unión nacional. Hasta el momento no ha aparecido el líder que sepa conquistar el corazón blanquirojo de los peruanos. Haciéndole un llamado al pueblo a corazón abierto, para inyectarles la mística que los impulse a trabajar bajo un plan general, que apunte al beneficio de las grandes mayorías.

El egoísmo regional promovido entre otras medidas por el canon minero y petrolero es una de las causas de divisionismo e insensibilidad nacional. Las regiones que tienen recursos reciben grandes cantidades del canon y la región vecina que no tiene recursos, no recibe nada y vive en el olvido, así no se puede hacer patria. Lo mejor sería recaudar y reunir todo el dinero proveniente del canon y repartirlo equitativamente para todas la regiones, o acaso hay alguna que este fuera del territorio nacional para marginarla y condenarla a la pobreza mientras que sus vecinos coterráneos viven en la abundancia… es esto justo acaso?… Estas situaciones en un Estado moderno no se pueden permitir. Esto sólo crea división y resentimiento entre los peruanos. El resentimiento profundo en el interior del país que apunta al centralismo limeño, no es culpa de los capitalinos, es culpa de los presidentes y los políticos que van a esas tierras a atizar su resentimiento con promesas falsas que nunca les cumplen. De esta irresponsable manera nunca habrá una reconciliación nacional.

Se necesita un líder que le haga entender al pueblo que el Perú es uno solo. Que los colores de piel y las formas de hablar no pueden dividir ni marginar a nadie. Lo que crea racismo y división son las malas costumbres, la falta de educación y la falta de respeto entre nosotros mismos. Todo eso tiene que cambiar para logar la unidad nacional. Iniciemos este 2016 con el pie derecho, firmes y seguros y con la esperanza de que todo tiene que cambiar para mejor. Hasta mañana amigos de Primera.

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