La empresa surcoreana Pinkfong debutó en la bolsa tras el éxito global de la canción publicada en 2016, hoy el video más visto en la historia de YouTube.

Pinkfong, empresa surcoreana de contenido infantil fundada por Kim Min-seok, salió a cotizar en la Bolsa de Corea con una valoración superior a los US$400 millones, tras el éxito mundial de “Baby Shark”, un video de 90 segundos publicado en 2016 que hoy acumula más de 16.000 millones de reproducciones en YouTube. La compañía, que comenzó como una pequeña startup educativa, consolidó a partir de esa canción una estrategia global de licencias, productos y nuevas franquicias que ahora busca demostrar a los inversionistas que puede ir más allá de su personaje más famoso.
Antecedentes y origen de Pinkfong
Pinkfong nació en 2010 bajo el nombre de SmartStudy, con el objetivo de producir contenido digital para niños de hasta 12 años. En sus inicios, la empresa contaba con apenas tres trabajadores, entre ellos el propio Kim Min-seok y el director de tecnología, Dongwoo Son, en una oficina reducida y con expectativas económicas limitadas.
Con el paso del tiempo, la compañía reorientó su oferta hacia niñas y niños de menor edad, priorizando productos audiovisuales sencillos, repetitivos y de corte educativo. Esa redefinición del público objetivo y del tipo de contenidos coincidió con el desarrollo de un tema musical infantil que terminaría siendo decisivo: “Baby Shark”.
En 2022, la firma adoptó oficialmente el nombre The Pinkfong Company, inspirado en uno de sus primeros personajes animados, un zorro de apariencia alegre que encarna el tono lúdico de la marca. Actualmente, la empresa suma alrededor de 340 empleados y ha ampliado su presencia con oficinas en Tokio, Shanghái y Los Ángeles.
El fenómeno global de “Baby Shark”
Aunque la melodía tiene antecedentes en cantos de campamento infantiles en Estados Unidos desde la década de 1970, la versión producida por Pinkfong transformó esa base en un producto audiovisual pensado para consumo masivo en plataformas digitales.
Analistas de medios, como Kevin Chew, de la Universidad Tecnológica de Nanyang, han señalado que su estructura repetitiva y su ritmo rápido la hacen muy atractiva para el público infantil, aunque pueda resultar insistente para los adultos. Kim Min-seok ha comparado su construcción musical con la lógica del K-pop: tempo elevado, coreografía marcada y un estribillo que se memoriza con facilidad.
El video no tuvo un impacto inmediato. Su expansión se produjo cuando la coreografía fue presentada en actividades infantiles del sudeste asiático, donde comenzó a difundirse en redes sociales mediante grabaciones de niñas, niños y adultos interpretando el baile. A partir de allí, las visualizaciones crecieron de forma acelerada.
En noviembre de 2020, el clip se convirtió en el contenido más visto en la historia de YouTube, superando los 16.000 millones de reproducciones. Según la propia empresa, “Baby Shark” llegó a representar aproximadamente la mitad de los ingresos en los primeros años posteriores a su lanzamiento y sirvió como plataforma para líneas de productos físicos, espectáculos en vivo y nuevas series animadas.
Modelo de negocio y expansión de la marca
El éxito del video permitió a Pinkfong diversificar sus fuentes de ingreso. A la explotación de la canción en plataformas digitales se sumaron acuerdos de licencias para juguetes, ropa, artículos escolares, libros, shows en vivo y producciones audiovisuales derivadas.
Franquicias como Bebefinn y Sealook han comenzado a ganar peso dentro del portafolio. De acuerdo con la profesora Min Jung Kim, de la Universidad de Corea, el público al que se dirige la compañía —niñas y niños muy pequeños que repiten el mismo contenido muchas veces— constituye una ventaja competitiva en términos de consumo y fidelización.
Kim Min-seok ha señalado que, aunque Baby Shark sigue siendo un activo clave y actualmente concentra cerca de una cuarta parte de los ingresos, la estrategia corporativa apunta a reducir la dependencia de una sola marca. Bebefinn, por ejemplo, ya aporta alrededor del 40% de las ganancias, lo que indica un proceso de diversificación en curso.
En su debut bursátil, Pinkfong recaudó cerca de US$52 millones, recursos que se destinarán a ampliar el catálogo de personajes, producir largometrajes y reforzar su capacidad de análisis de datos para el desarrollo de nuevo contenido. La compañía aspira a consolidarse como una productora “impulsada por la tecnología”, utilizando patrones de visualización y métricas de uso para guiar sus decisiones creativas.
Controversias legales y desafíos creativos
El crecimiento de Baby Shark no estuvo exento de controversias. En 2019, Pinkfong enfrentó una demanda por presunto plagio de un compositor estadounidense. La empresa argumentó que su versión se basaba en una canción de dominio público. El Tribunal Supremo de Corea del Sur terminó desestimando el caso, lo que despejó el camino judicial y fue interpretado internamente como un respaldo a la viabilidad de la franquicia.
En paralelo, especialistas como Min Jung Kim advierten que uno de los principales retos de Pinkfong será demostrar que su modelo no se limita a un único fenómeno viral. La necesidad de crear nuevos personajes con impacto comparable a Baby Shark es uno de los puntos observados de cerca por analistas e inversionistas.
Recepción del público y debate sobre el contenido infantil
El contenido de Pinkfong ha generado opiniones divididas entre padres y madres. Algunos valoran el componente educativo de los videos, mientras que otros expresan preocupación por el nivel de estímulo visual y sonoro. El padre de familia Saleem Nashef, citado por la BBC, indicó que aprecia el enfoque pedagógico, pero que su esposa considera que la canción es demasiado intensa para niñas y niños pequeños.
Aun así, la presencia cultural de Baby Shark se ha consolidado hasta convertirse en un elemento frecuente de la vida cotidiana infantil, incluido el uso de la temática en celebraciones de cumpleaños y productos de consumo. Este fenómeno ha reforzado la visibilidad de la marca, aunque también ha reavivado el debate sobre el impacto de los contenidos hiperrepetitivos en el desarrollo de la infancia.
Próximos pasos y perspectivas empresariales
Tras su salida a bolsa y con un portafolio en expansión, Pinkfong se propone consolidar nuevas franquicias que complementen a Baby Shark y sostengan el crecimiento a largo plazo. La compañía planea invertir en largometrajes, series y experiencias en vivo, así como en herramientas tecnológicas para segmentar audiencias y adaptar sus productos a diferentes mercados.
Los analistas seguirán evaluando si la empresa consigue replicar el rendimiento financiero de su principal éxito con otros personajes y contenidos, en un entorno digital altamente competitivo y en constante renovación.
Panorama
Después de convertir un video de 90 segundos en el clip más visto de YouTube y en el eje de un negocio multimillonario, Pinkfong entra a una nueva etapa como compañía cotizante. Su desafío inmediato será demostrar que el impacto de Baby Shark puede transformarse en un ecosistema sostenido de marcas infantiles y no quedar como un caso aislado dentro de la industria global del entretenimiento para niñas y niños.
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