El sarcasmo como estrategia política: «Cero por ciento, y nos vamos a penales», se ríe Boluarte, enfatizando su postura desafiante y la confrontación directa con la población

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Durante la inauguración de la escuela bicentenario “Virgen de Fátima” en Carabayllo, la presidenta Dina Boluarte sorprendió a propios y extraños al responder, con tono irónico, a las encuestas que le otorgan niveles de aprobación prácticamente nulos.

Su comentario –“Qué bueno que me hayan puesto cero por ciento, porque eso es lo que les he dicho: pónganme cero cero y nos vamos a penales”– se erige, en apariencia, como una desviación del análisis tradicional de la opinión pública, intentando restar importancia a un descarte que, en el contexto actual, agudiza la polarización política en el país.

El sarcasmo y la deslegitimación de las encuestas

El uso de metáforas deportivas por parte de Boluarte, aludiendo a los “penales” del fútbol, es mucho más que una broma: es una táctica retórica que busca desconectar su imagen de los resultados numéricos de las encuestas. En lugar de confrontar directamente los problemas estructurales que subyacen en su gestión, como la crisis de inseguridad y la falta de confianza en las instituciones, la presidenta opta por resignificar su bajo respaldo mediante una ironía desafiante. Este recurso retórico tiene como objetivo, en parte, deslegitimar la metodología de las encuestadoras, presentándolas como actores desvinculados de la “realidad” de su administración .

La dimensión política y el desencanto ciudadano

La situación política en Perú ha estado marcada en los últimos años por una creciente desconfianza en las encuestas y en los métodos tradicionales de medición del sentir popular. La declaración de Boluarte se inscribe en un clima de crisis, donde la ciudadanía, afectada por problemas de seguridad y desesperación ante la falta de respuestas efectivas, se muestra renuente a aceptar propuestas que se perciben como desconectadas de sus necesidades. Al afirmar que su gobierno no se rige por las cifras, la mandataria intenta trasladar el debate a la esfera de las acciones concretas, en lugar de las impresiones momentáneas captadas en las mediciones de opinión .

La contraparte crítica: la visión de Hildebrandt y sus implicaciones

La polémica no se limita a la respuesta de Boluarte. El periodista César Hildebrandt ha desatado una reacción venenosa con su columna, en la que la describe como una figura “traicionera, oportunista y carente de principios”. Desde una perspectiva feminista, Hildebrandt lanza una crítica feroz que no solo cuestiona el contenido de su gestión, sino que también debate sobre el significado de su presencia en la política peruana. Para el columnista, la postura de Boluarte exacerba estereotipos machistas y favorece un discurso que, paradójicamente, usa el humor para desviar la atención de problemas serios, reforzando así una imagen distorsionada de lo que debería ser el liderazgo femenino en tiempos de crisis .

Entre el desencanto y la teatralidad en la política

El uso de un humor ácido y de referencias deportivas en medio de un escenario de alta tensión social puede verse como una doble estrategia: por un lado, busca consolidar un grupo de seguidores que aún cree en la fuerza de la acción en lugar de en los números; por el otro, genera rechazo en sectores que demandan seriedad y compromiso con soluciones palpables. La frase “nos vamos a penales” simboliza un intento de transformar la medición numérica de la desaprobación en un juego, lo que resulta desconcertante en un contexto en el que la ciudadanía clama por respuestas ante problemas de seguridad y gobernabilidad .

Implicaciones y perspectivas a futuro

Esta respuesta irónica, aunque pueda resonar con una parte del electorado que rechaza la manipulación percibida de las encuestas, puede tener consecuencias de largo alcance. La aparente disonancia entre la gravedad de los problemas públicos y el tono jocoso de la presidenta podría profundizar la brecha entre el gobierno y sus críticos. A medida que el escenario político se vuelve más polarizado, figuras como Boluarte se ven obligadas a transitar entre la imagen de una líder decidida y la de una figura que, a través del sarcasmo, evita abordar de manera directa los reclamos ciudadanos. Este escenario no solo pone en riesgo su imagen personal, sino que también podría tener repercusiones en la legitimidad de su gestión y en la cohesión social del país .

La estrategia de Dina Boluarte evidencia cómo, en tiempos de crisis, la política puede inclinarse hacia tácticas que combinan el humor con la deslegitimación de herramientas críticas como las encuestas de opinión. Mientras algunos ven en este comportamiento una muestra de fortaleza y desdén ante los “números”, otros interpretan la actitud como un síntoma más de una desconexión profunda entre la élite política y las demandas de la ciudadanía. ¿Se consolidará esta estrategia en el largo plazo o se transformará en un factor más que contribuya a la crisis de credibilidad del Ejecutivo? La respuesta, en definitiva, dependerá de la evolución del clima social y político en Perú.

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