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Instaló hoy viernes la chimenea que, a partir de la próxima semana, anunciará al mundo que los cardenales encerrados en la Capilla Sixtina han elegido al sucesor del Papa Francisco.
Un total de 133 cardenales menores de 80 años votarán, a partir del 7 de mayo, bajo los frescos de Miguel Ángel, para elegir al nuevo líder espiritual de 1.400 millones de católicos.
Durante el cónclave, los “príncipes de la Iglesia” celebrarán cuatro sesiones de votación diarias —dos en la mañana y dos en la tarde, salvo el primer día— y quemarán en una estufa las papeletas. El humo que se liberará desde la chimenea anunciará el resultado: humo negro si no se alcanza la mayoría necesaria de dos tercios y, en caso afirmativo, humo blanco para proclamar el tradicional “Habemus papam”.
La chimenea, instalada meticulosamente por una brigada de bomberos de la Santa Sede en el techo de la Capilla Sixtina, ya corona el templo que será el escenario del cónclave. Mientras decenas de miles de personas se congregan en la Plaza de San Pedro y millones más siguen el evento a través de la televisión, la atmósfera en la Ciudad del Vaticano se impregna de solemnidad y espiritualidad.
Entre las reacciones, Diana Ispego, mexicana residenciada en Estados Unidos, describió el ambiente como “más espiritual”, mientras que el turista británico Glenn Atherton calificó su visita como una “oportunidad única en la vida”. Estos testimonios reflejan la mezcla de emoción y expectativa que envuelve al momento histórico, en el que la tradición y el misterio se funden en rituales centenarios.
La instalación de la chimenea coincide con la preparación de la Capilla Sixtina para acoger el cónclave, que se celebrará a partir del 7 de mayo tras el fallecimiento del Papa Francisco. Este proceso, cargado de tradición y simbolismo, remonta a siglos de historia en la Iglesia Católica; es el momento en que, a puerta cerrada, los cardenales escogerán al nuevo pontífice que encabeza la fe de más de mil millones de creyentes.
Con cada fumata, el mundo estará atento a la señal que marcará el inicio de una nueva etapa para la Iglesia, reafirmando el poder de los rituales que, desde la Edad Media, han guiado a la comunidad católica en uno de sus momentos más decisivos.
