UN PAÍS DONDE NADIE QUIERE HACER POLÍTICA HONESTA

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El tiempo aclara los juicios. Y a la luz de los últimos hechos políticos que han acontecido en nuestro país, puedo afirmar, que, luego del intento de golpe de estado del expresidente Pedro Castillo, el panorama político no ha mejorado en gran medida.
Los representantes políticos que ha elegido el pueblo, en su gran mayoría, no dan la talla absolutamente. A nivel de gobierno una sucesión de incapacidades y falta de resultados positivos han llevado al poder Ejecutivo y Legislativo a una posición de desaprobación generalizada. Y esto demuestra que ninguno de los políticos que están en una situación de poder tiene la capacidad de hacer política real y servir verdaderamente a las grandes mayorías.
Lo primero que el ciudadano votante debe tener muy en cuenta es que las elecciones no solucionan nada. Y esto último es para los votantes que están creyendo y esperando que con la elección de un nuevo presidente y gobierno todo va a cambiar para mejor. Bájense de su nube y pisen tierra. Y decídanse de una vez a hacer política de la buena, de la leal, de la decente, cuando esto suceda, recién ahí las cosas van a comenzar a cambiar para mejor.
Con este Gobierno y este Congreso solo se han reproducido y profundizado todos los males que ya conocíamos. Nos han llevado a varios sótanos más abajo de donde estábamos. El Ejecutivo y el Congreso, se han propuesto destrozar la posibilidad de la convivencia civilizada en el país.
Los actos de corrupción protagonizados por políticos en ejercicio del poder y la impunidad con la que son tratados han hecho que en el país desaparezca el sentido de responsabilidad. Nadie responde por sus actos. Los presidentes del Ejecutivo y el del Legislativo son unos irresponsables, no responden ante la gente. Les da igual. Por razones distintas se consideran por encima de la ley. Pocas veces se ha visto a dos poderes del Estado trabajando para destruir a un país. Y al parecer les importa un pito. Ellos siguen como si nada sucediera y como si la situación del país no fuera responsabilidad de ellos.
El compadrazgo y la complicidad han exterminado a la oposición política. Ya no hay oposición. Hay roles de interés, es decir una especie de qué me das y qué te doy, a eso ha llegado la política actual en el país. En un sentido de representación, en el Perú no hay ni derecha ni izquierda democrática. Tal vez hay individuos de derecha o de izquierda democráticos. Pero no políticos u organizaciones, ya quedó clarísimo que pueden defender lo que sea según sus intereses más pequeños y cortoplacistas. Los representantes del Ejecutivo y Legislativo podrían tiranizarse y lo real es que aquí todos quieren someter al pueblo y explotar lo público en beneficio propio. En el año 2023 no hemos visto ninguna disposición genuinamente democrática de la representación política de derecha o izquierda.
Lo que está sucediendo en el Perú en estos momentos es que grandes fortunas se están construyendo por la promiscuidad con el Estado, consiguiendo contratos, concesiones. Y, desde siempre, el Estado ha sido un botín para darle empleo y recursos a los partidos, allegado y familia de los políticos en el poder.
En el Perú ha vuelto el pacto tácito de cederse el turno para desplumar al Estado mientras se pueda, hasta la próxima elección o hasta que te vaquen, porque las investigaciones, denuncias y condenas no van acorde con la inmensidad de los actos de corrupción.
Está claro que la política es vista como un negocio sumamente rentable y lucrativo. Los “dueños” de los partidos se han hecho de una mina de oro inagotable. El dinero en sus arcas se acrecenta con cada elección y se multiplica al alcanzar el poder. La poca catadura moral de los personajes que controlan los partidos políticos les permite caminar con cara de palo vociferando ante cada acusación, que se procedan con las investigaciones, pues, saben que en el camino estas se “caen” misteriosamente. El reino de la impunidad ha nacido en el Perú con congresista amantes de las prebendas y del dame que te doy y con una fiscalía que tiene a su primera plana suspendida por sospechas de corrupción. Un Congreso que no investiga y si inquiere nunca encuentra nada y solo sirve para archivar denuncias. Y el Poder Judicial con su elefantiásica existencia solo atina a quejarse de su carga procesal sin siquiera aplicarse en sacar adelante los juicios emblemáticos de corrupción.
Urge que los lideres naturales del pueblo organizado se atrevan a hacer política de la buena, el costo va a ser alto, pero no hay otra salida si quiere adecentar el ejercicio de la política. Esta es una guerra contra la corrupción en la que la ciudadanía activa debe estar en la primera línea dispuesta a sacrificarse para lograr un cambio a futuro. Para lograr darle una esperanza de decencia gubernamental para sus hijos o para sus nietos. Dejara hacer y dejar pasar es la peor actitud que podemos asumir los peruanos que verdaderamente amamos a nuestra patria.
Valga una vez más la invocación y la invitación a hacer política activa a los peruanos portadores de las mentes más brillantes y los corazones más nobles. La Nación los necesita en las trincheras del foro público, el pueblo reclama oírlos, escuchar sus ideas para poder seguirlos. A la palestra peruanos de buena voluntad. Es hora de sacudirles la cara con un guantazo de decencia a estos seudo políticos de la corrupción. No perdamos la esperanza, ni caigamos en el juego de creerles que todo está perdido. Las elecciones del 2026 están ya casi a un tiro de piedra y es momento de que los vientos de cambio empiecen a silbar. Hasta la próxima semana mis amigos de Primera.

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