Huancavelica: pintoresca ciudad de Acobamba celebra una semana nacimiento del Niño Jesús

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Festividad fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en el 2015 por su sincretismo religioso

Los vecinos de dos barrios ancestrales, liderados por sus mayordomos, ponen en escena los problemas que afrontan dos pueblos originarios y los esfuerzos que realizan para solucionar los conflictos hasta encontrar la paz antes del año nuevo.

Los vecinos de dos barrios ancestrales, liderados por sus mayordomos, ponen en escena los problemas que afrontan dos pueblos originarios y los esfuerzos que realizan para solucionar los conflictos hasta encontrar la paz antes del año nuevo.

Con danzas y coreografías que conllevan al “Atipanacuy” o competencias ancestrales de los caporales, los pobladores de Acobamba, una de las más bellas y soleadas ciudades de Huancavelica que se ubica en el corazón de los Andes centrales, a 3200 metros sobre el nivel del mar, celebran durante una semana el nacimiento del Niño Jesús, por ello es conocida como el Paraíso de la Navidad.

La festividad, declarada Patrimonio Cultural de la Nación en el 2015 por su sincretismo religioso, se desarrolla entre el 22 y el 29 de diciembre de cada año. En esos días, los vecinos de dos barrios ancestrales, liderados por sus mayordomos, ponen en escena los problemas que afrontan dos pueblos originarios y los esfuerzos que realizan para solucionar los conflictos hasta encontrar la paz antes del año nuevo.

“Mi tierra es considerada el Paraíso de la Navidad y esta festividad fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el 2015 porque tiene un exquisito legado que nació del cruce intercultural producido en la Colonia. Durante una semana, personajes que son íconos representativos de autoridad, disciplina, trabajo y orden, compiten en una fiesta costumbrista”, explica el alcalde de Acobamba, Félix Crispín Reymundo.

Para esta celebración navideña, en el centro de la ciudad se plasmó la “Alameda Ecoturística de la Identidad Acobambina”, una obra que revalora la tradición y rinde homenaje a cada uno de los personajes que intervienen en las fiestas de Navidad, refiere el burgomaestre, quien está empeñado en seguir incrementando el número de turistas que llegan a Acobamba.

En la tradicional fiesta participan dos zonas emblemáticas de la ciudad. El barrio Santos, situado al noreste y donde se ubica la iglesia matriz colonial San Juan Bautista de la plaza Sucre; y el barrio Ccollo o Pueblo Viejo, localizado al sureste y representada por la iglesia colonial de la plaza José Olaya. Ambos poblados compiten para ver quien organiza mejor las celebraciones en honor al Niño Jesús y los Niños Nativos.

A los Niños Nativos, conocidos popularmente como “negritos”, se les reconoce por sus máscaras y vestimentas y se encuentran simbólicamente al servicio de la imagen principal del Niño Jesús. Según la tradición, actúan como intermediarios entre la divinidad católica y el mundo andino.

Según el historiador acobambino Francisco Navarro, la celebración es el resultado del arrieraje y el trueque, prácticas ancestrales que servían para transportar productos a lomo de bestia para ser intercambiados en la Costa, Sierra y Selva. Las caravanas eran dirigidas por un patrón y las conformaban capataces, custodios, esclavos africanos y peones andinos que arreaban llamas, asnos, mulas y caballos.

“Con los años, estos personajes primigenios fueron reemplazados por danzantes que representaban la llegada de los arrieros días antes de la Navidad, y cuando empezó a extinguirse dicha actividad la población empezó a recrear a los personajes, crear pasos, vestuarios y repertorios, con el fin de recordar la tradicional expresión”, comenta Navarro.

La auténtica Navidad

En la fiesta de la Navidad de Acobamba danzan el caporal, el retaguardia, el quitacaporal, el negrito, el chuto, la chacota y el latamacho, cada uno tiene un papel específico en las multitudinarias comparsas que ejecutan elegantes coreografías.

Los caporales llevan un traje de terciopelo, seda y bordados en alto relieve, con hilos dorados y plateados. El retaguardia mayor representa al jefe encargado de cuidar la mercancía que transportaba la caravana, mientras que el quitacaporal es el segundo capataz al mando y actúa como vigía, relata el historiador.

Los chutos encarnan al poblador andino de la zona y tienen un rol jocoso y pícaro; los negritos representan a los peones afrodescendientes esclavizados que eran la fuerza de la caravana; las chacotas son las mujeres que engalanaban la Navidad, en tanto que los latamachos representan a los abuelos de las comunidades.

Además de esta colorida y singular fiesta, Acobamba aprovecha esta época para promocionar una diversidad de atractivos turísticos como las tumbas preincas de Allpas, los baños termales de Willka Puquio, la iglesia colonial de Pueblo Viejo, las pinturas rupestres de Quillamachay y las formaciones rocosas de los monjes de Paucará.

En el mundo andino, esta fiesta coincide cronológicamente con el Qhapaq Raymi, celebración prehispánica muy arraigada durante el Tawantinsuyo y festejada durante el solsticio de verano austral en honor al dios Sol. En este tiempo, el sol ha alcanzado su plenitud y da inicio a una nueva época del año y al cambio de estación.

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