Calles de Malasaña continúan cubiertas por rumas de basura

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6-1 basuraEspaña.- Reclaman una intervención inmediata porque restos putrefactos siguen pegados a la acera

 “Llegaron para cambiar el mundo y no han logrado siquiera mejorar la calidad de vida de un barrio”. Con esta frase, Antoine y Carlos, vecinos de Malasaña, describen su decepción con las “promesas incumplidas” de Ahora Madrid sobre la limpieza.

Lo hacen ante la escena cotidiana de restos de basura desperdigados, en el número 12 de la calle Pizarro. Mientras, un operario se afana por retirar de la calzada el grueso bolsas de basura y botellas amontonadas junto a un contenedor.

A la misma hora, en pleno debate del Estado de la Ciudad, la alcaldesa sacaba pecho de sus políticas de limpieza ante las críticas de Esperanza Aguirre (PP). “A la capital le está costando mucho, pero está consiguiendo vencer en la lucha cuerpo a cuerpo por conseguir la limpieza de la ciudad”, aseguraba.

“Tenemos mucho que hacer pero lo vamos a hacer”, dijo al referirse a la campaña de limpieza, que califica de “extraordinaria”. Mientras justificaba la suciedad en el “error” del Gobierno antecesor de Ana Botella en la elaboración de contratos externalizados y apeló a “que la ciudadanía contribuya a tener la ciudad limpia”.

“Su obligación es resolverlo, lo prometió y no lo ha cumplido”, dicen los vecinos “hartos de excusas”.

“Pueden quitar las bolsas, pero los restos putrefactos siguen pegados a la acera. Una cosa es barrer y otra es limpiar. Aquí no se limpia. Si las contratas no cumplen, que las obliguen”, piden indignados.

Entre tanto, Carmena vendió ayer como una solución novedosa que las multas se puedan mutar por trabajos de limpieza con un “chaleco azul” que identifique al infractor.

Solo a unos pasos de la escena anterior, una montaña de maderas, plásticos y trastos llega a cortar completamente el paso a los peatones. “La gente no pone nada de su parte, es verdad. Pero no puede ser una excusa para el Ayuntamiento”, reconocen. La mugre antigua se acumula junto a los bordillos. Las alcantarillas, taponadas, hacen que la lluvia traslade esa suciedad de un punto a otro.

En la plaza de Carlos Cambronero un viandante se agacha a retirar un tarro en la mitad de la carretera para evitar que los coches lo puedan estallar. “Si no lo quito, ahí se queda”, responde. “Creo que ha mejorado algo la situación, pero está muy lejos de lo deseado”.

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