“No podía caer en peor momento”. La epidemia del coronavirus ha asestado un duro golpe a la floreciente industria de las bodas en Europa, integrada principalmente por pequeñas empresas e independientes.
Alcaldías, iglesias, salas de recepción y hasta el espacio del Gran Arco de la Defensa en París, estaban prácticamente vacíos el último fin de semana de marzo. El Salón del Matrimonio fue anulado por el coronavirus, al igual que otros muchos eventos.
“Entre el 80 y el 85% de las bodas se celebran entre marzo y septiembre. No podía caer en peor momento”, lamenta el fundador del Salón Stéphane Seban en referencia al coronavirus, que ha matado a más de 145.000 personas en el mundo y ha paralizado a muchas economías.
Solo en Francia, entre 110.000 y 120.000 bodas se van a posponer o anular este año, una de cada dos, recuerda Seban. “Me contentaré con que se mantengan 60”, dice Claire Pennarun, cuyo servicio de cocina prepara comida para unas 160 bodas cada año en Bretaña (oeste de Francia).
Hasta el 31 de marzo, el volumen de negocio perdido o aplazado se elevaba a más de 450.000 euros. Según un estudio del instituto de sondeos Opinionway, publicado en junio de 2019, el presupuesto medio de los franceses para su gran día supera ligeramente los 8.000 euros, en un sector que mueve anualmente unos 3.500 millones de euros.
Una caída abismal para un sector integrado esencialmente de pequeñas y medianas empresas, de independientes y de artesanos. En lo que respecta a los eventos, “las empresas suelen tener de media dos o tres meses de negocio por delante”, dice Seban. Es decir, la duración prevista del confinamiento en Francia, iniciado el 17 de marzo y previsto hasta el 11 de mayo.
En este contexto, las ayudas públicas son indispensables, en particular el desempleo parcial. Camille Bouchet ha decidido recurrir a él, pues del centenar de bodas que suele organizar al año, éste se ha aplazado más de una treintena.
Un mal menor para la fundadora de “Bateau mon Paris” (Barco mi París), una empresa de cnco trabajadores que alquila unas 60 embarcaciones para eventos privados en el río Sena.
“Mucha gente se ha quedado sin nada, en particular, los independientes”, lamenta un fotógrafo profesional que prefiere no dar su nombre.
La situación no es mucho mejor en los países vecinos. En Italia, donde el mercado de las bodas mueve 10.000 millones de euros anuales, se anticipa una “pérdida del 100%”, según Assoeventi, la organización patronal de empresas del sector de los matrimonios y los eventos.
Todos las bodas de extranjeros previstas en el país –en torno al 4% de las uniones pero el 16% del volumen de negocio– han sido anuladas.