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El reciente devastador terremoto que sacudió el norte de Ecuador, con el saldo de más de 500 fallecidos, “remeció” nuevamente a los especialistas en nuestro país para recordar que estamos en una zona altamente sísmica y que un movimiento telúrico que supere los 8 grados en la escala de Richter tendría efectos catastróficos en la ciudad de Lima.
No pretendemos ser alarmistas, ni mucho menos, pero consideramos estar en la obligación de advertir los peligros a los que están expuestos los peruanos ante un terremoto o un eventual tsunami, para que se tomen las medidas preventivas del caso y se pueda mitigar los efectos que tendría un evento de esa magnitud.
Especialistas de la Dirección de Geología Ambiental del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), han identificado 80 zonas, ubicadas en distintos distritos de Lima, como vulnerables ante un sismo de gran magnitud, debido a que las condiciones geológicas son menos favorables, pues por lo general presentan suelos inestables y, sobre todo, en su mayoría construcciones precarias, informales, expuestas a derrumbes y hundimiento de tierra.
Además, estas zonas están expuestas a la licuefacción de suelos, que se produce tras un terremoto, esto es el piso pierde su resistencia, las viviendas pierden estabilidad y pueden hundirse o, literalmente, ser tragadas por la tierra.
Según Ingemmet, este efecto se produce en pisos formados por depósitos de arena y sedimentos granulados, como los de Lomo de Corvina en Villa El Salvador, y algunos sectores de los distritos de La Molina, Ate y Cieneguilla.
El Centro Peruano-Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres, han indicado que entre el 60 y 70 por ciento de las construcciones en Lima son informales, por tanto, en alto riesgo ante un eventual terremoto.
No queremos buscar culpables por la situación en que se encuentra la capital del Perú. Pero sí levantamos la voz para que nuestras autoridades se pongan las pilas y realicen un trabajo sostenido para prevenir y mitigar efectos catastróficos. No olvidemos que por la ubicación de nuestro país, un terremoto de magnitud superior a los 8 grados se producirá sí o sí. ¿Cuándo? En cualquier momento y por tanto, debemos estar preparados.
Es loable la campaña de simulacros que realiza periódicamente el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) con el apoyo de instituciones públicas y privadas, y la gran participación de los pobladores, porque se va ganando conciencia para actuar ente un eventual sismo.
Pero la tarea debe ir más allá. ¿Qué hacer con la cantidad de viviendas ubicadas en las zonas antes mencionadas? ¿Hay alguna manera de reforzarlas para evitar su destrucción con un movimiento telúrico de gran magnitud?
Es en ello en lo que se debe actuar permanentemente, y no llamar la atención con revelar las cifras de lo que puede ocurrir en caso de un terremoto, cuando ocurre un desastre en otros países, como en el caso actual en Ecuador.
El ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, Francisco Dumler Cuya, ha informado que el Estado ha proyectado la entrega de 75 mil bonos de protección de viviendas vulnerables a los riesgos sísmicos para familias de escasos recursos.
El anuncio se ve interesante, pero hasta el momento solo han entregado mil y espera entregar 1,500 más en el primer semestre de este año, es decir al final de este gobierno. Es decir, 2,500. ¿Y los 72,500 restantes? Entendemos que lo dejará para que el próximo régimen lo continúe.
Doce son los distritos beneficiados: Carabayllo, Puente Piedra, Comas, Independencia, San Juan de Lurigancho, El Agustino, Ventanilla, Ancón, Ate, San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo y Pachacamac. No entendemos por qué no se ha considerado a otras zonas de alto riesgo, como Villa El Salvador y Lomo de Corvina, las más vulnerables a decir de los expertos.
Esperamos que las autoridades se pronuncien ya, y que los candidatos presidenciales que disputarán la segunda vuelta el 5 de junio, también digan qué propuestas tienen para este delicado caso. Hasta mañana, amigos de La Primera.
