JUEGO DE TRONOS A LA PERUANA

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El presente gobierno ha cumplido 16 meses en el poder y en este casi año y medio la oposición política y la derecha interesada ha jaqueado todos sus intentos por cumplir sus promesas de campaña. Existen en el Congreso de la República 94 iniciativas legislativas que el Poder Ejecutivo ha enviado desde que asumió el poder y ninguna de ella siquiera está en agenda. Por su parte el gobierno está ocupando buena parte de su tiempo en defenderse de las acusaciones de la oposición y tratar de saltar las zancadillas que los grupos de poder representados en el parlamento no cesan de colocarle a cada paso que da.
Estamos siendo testigos de una guerra fría, una especie de guerra de tronos a la peruana entre ambos poderes del estado, con muestras de “dame que te doy” casi a diario, la sensación reinante en el país es la de un marasmo que no tiene cuando acabar y que está perjudicando seriamente las posibilidades de salir de la crisis económica, generada por la pandemia del covid-19 y la recesión mundial.
El sábado pasado los colectivos de la oposición hicieron una marcha de protesta contra el gobierno y hace dos días los gremios laborales y otras instituciones sociales retrucaron y salieron a las calles en una mal llamada marcha “Toma de Lima”. Debemos entender que las marchas, los gritos, la toma de calles y la agresión a las fuerzas del orden no conducen a nada, son un derecho, pero en el fondo una pérdida de tiempo como herramienta democrática de entendimiento o conciliación.
En lugar de gastar recursos e inmensas energías en marchar por las calles, alterar el orden público y caldear los ánimos se deben organizar debates enmarcados en la búsqueda del entendimiento y la conciliación política. Es momento de ir en busca de la madurez política utilizando técnicas democráticas. Las marchas, los insultos y las declaraciones salpicadas de odio, resentimiento y burla, no suman en pro de crear un ambiente propicio para el diálogo.
Una falencia que salta a la vista es la carencia de actores políticos que impulsen estos encuentros o que enarbolen las banderas del diálogo como herramienta fundamental para lograr que se alcancen avances de entendimiento en el manejo político del país.
Estamos en la obligación de convocar a los pocos lideres conciliadores que aún están en este plano terrenal, para pedirles sus consejos o su participación en un encuentro entre los representantes de ambos poderes del Estado, para que, bajo el manto de la humildad sincera y el desprendimiento ideológico, buscar una salida a este entrampamiento de gobernabilidad que solo atrasa más al país.
Es momento que los partidos políticos representados en el parlamento hagan un ejercicio de conciencia y convoquen a sus cuadros ideológicos más experimentados, lucidos para proponer un diálogo profundo y sincero entre todas las fuerzas políticas elegidas.
La tarea no va a ser fácil, pero si se logra sería una luz al final de este túnel sinfín de desencuentros y maniobras entre el Legislativo y Ejecutivo, que los distraen de su verdadera obligación, que es trabajar para lograr el desarrollo del país.
Esta guerra de tronos a la peruana debe terminar lo antes posible, para dar paso a un proceso de diálogo democrático, que puede ser promovido por la Iglesia Católica con la participación de instituciones promotoras del desarrollo y el entendimiento político. Hacemos votos para que esto suceda. Hasta la próxima semana mis amigos de Primera.

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