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La infancia de Pedro Pablo Kuczynski es un pasaje poco conocido más allá de los muros de la residencia de estilo inglés que el hoy candidato presidencial de Peruanos por el Kambio (PPK) ocupa en la cuadra 9 del jirón Choquehuanca, en San Isidro.
Tal vez sea porque esa fue una de las etapas más dolorosas del pequeño Pedro Pablo, quien entre los 4 y los 6 años se vio obligado a vivir en la localidad selvática de Iquitos, rodeado de nativos y enfermos de lepra, una vez que su padre, el refugiado alemán de ascendencia judío-polaca Maxime Kuczynski fue designado por el gobierno peruano como jefe médico del Leprosorio de San Pablo.
Fuentes cercanas al entorno familiar de PPK señalan que en esa época el pequeño fue obligado a cambiar los atildados hábitos europeos a los que lo había acostumbrado su madre, Madeleine Godard, una maestra franco-suiza que luchó constantemente con su esposo para que Pedro Pablo fuese retornado a Lima, donde en 1936 la familia se había instalado en una cómoda residencia.
PPK nació el 3 de octubre de 1938, dos años después de la llegada de sus padres en un vapor europeo, cuando su progenitor ya había ingresado al Instituto de Medicina Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos(UNMSM), con el apoyo de algunos médicos peruanos como Carlos Enrique Paz Soldán.
Su padre se vinculó a la labor en la Amazonía peruana en 1940 pero fue recién en 1944 en que dirigió la Supervisión Sanitaria del Nor-Oriente Peruano del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, con sede en Iquitos. Y fue también ahí donde habría empezado la pesadilla del esmirriado Pedro Pablo, que por aquellos días contaba con apenas seis años de edad.
Las fuentes a las que accedió está revista señalaron que el pequeño, en realidad, parecía detestar todo lo que implicara la Amazonía peruana, desde los zancudos que lo picaban por encima del pantalón hasta los nativos de cushmas sucias y raídas que olían a rancio. Esto sin mencionar a los enfermos de lepra a los que se les caían las orejas y las narices y que eran encerrados en jaulas, como si de animales se tratase.
Ante sus llantos y quejas, su madre habría hecho lo imposible por mantener aislado de esa cultura al pequeño PPK, quien añoraba a gritos los juegos de criquet que le habían enseñado en su residencia solariega de Lima y que siempre había deseado practicar en Inglaterra, su país de origen.
Los únicos momentos de sosiego que habría tenido el pequeño Pedro Pablo eran cuando Madeleine Godard, su progenitora, le enseñaba artes y música en medio de la espesura y le contaba historias grandiosas de una Europa que llegaría a conocer un día, lejos de las incomodidades del Perú.
Unos años después, su padre fue nombrado jefe de Salud Pública del Ministerio de Salud del gobierno peruano y pudieron retornar a Lima. La felicidad colmó el espíritu del infante PPK cuando sus padres lo matricularon en el Markham College de Lima y, más aún cuando complementó su educación en el Rossall Schoolde Inglaterra. Su sueño se había cumplido.
El Dato
Durante sus paseos dominicales, su madre solía llevar a PPK al cruce de las avenidas Próspero y Putumayo, donde se ubicaba ‘La Casa de Fierro’ construida en 1890 por el francés Alexandre Gustave Eiffel. La torre de 300 metros erigida por el mismo ingeniero era una de las maravillas que PPK buscó conocer.
(Mañana: Su educación inglesa: la hora del té)
