“MIGUEL BACA ROSSI. La materia cobra vida. Arte e historia modeladas. Retrospectiva (1917-2016)”

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El escultor peruano Miguel Baca Rossi (1917-2016) estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes bajo la dirección de José Sabogal. Era la época cuando la institución se orientaba hacia la representación del Perú en su diversidad cultural.

 

En la escuela estudió con Raúl Pro, quien supo inculcar en sus alumnos la vertiente clasicista. Una influencia importante en su obra fue la del escultor español Victorio Macho, de tendencia moderna.

En las obras de Baca Rossi se evidencian algunas tipologías como la glorificación del héroe, el desnudo, las distintas edades del hombre desde su juventud hasta su vejez, el tema religioso, el costumbrismo alternativo y la representación de animales.

 

Estudió los trabajos de escultores universales como Miguel Ángel Buonarroti y Auguste Rodin de quienes admiró la monumentalidad del primero y el carácter expresivo del segundo.

 

En Baca Rossi hay una vocación docente desde temprano que se vincula con su propuesta artística. Sus estudios iniciales de medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos le permitió realizar modelos de cuerpo anatómico completo y órganos del cuerpo humano en celulosa que sirvieron como material de aprendizaje en las escuelas y universidades en Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela.

 

Una característica importante en la obra de Baca Rossi es su carácter expresionista, representar la vida también es manifestar una crítica al estado de postergación de la humanidad. Así lo hace cuando en 1969 el mundo fue testigo de la llegada del hombre por primera vez a la luna y al mismo tiempo de la hambruna en una parte de África. En la escultura Biafra, realizada en ese mismo año, una mujer mira al cielo en actitud de reclamo porque no puede amamantar a su hijo. Es una clara denuncia sobre nuestros «adelantos» científicos y tecnológicos en contraposición a la crisis alimentaria que se producía en otras latitudes.

 

Además de representar el movimiento, constantemente dialoga con su entorno familiar como en Mi hija Ana María (1984) o su sociedad en Hippie (1975) y La Tomasa (1981). Sus vivencias de la infancia y juventud en Chiclayo fueron perennizadas también en la escultura. El costumbrismo alternativo que muestra en estas obras se diferencia de la propuesta de José Sabogal enmarcada preferentemente en el sur andino.

 

También podemos mencionar la representación de animales como el Santorín (1981); figuras universales como Simón Bolívar, César Vallejo; de intelectuales que marcaron la historia nacional como Víctor Raúl Haya de la Torre o José Carlos Mariategui; de los niños vueltos hombres que tuvieron que defender la ciudad de Lima de la ocupación extranjera en el Monumento a los heroicos Cabitos de la Guerra del Pacífico (1983).

 

De la glorificación del héroe en la escultura monumental del siglo XIX se pasó a perennizar a las victimas después de la Primera Guerra Mundial en el siglo XX. Concepto que se encuentra presente en Proyecto a Uchuraccay (1983).

 

Es conocedor de la importancia del intelectual y buscó perpetuar su imagen a través de mascarillas funerarias de personajes ilustres peruanos como el literato Enrique López Albújar y el  historiador Jorge Basadre, entre otros.

 

La obra escultórica de Miguel Baca Rossi puede definirse como figurativa, expresionista y monumental. Ningún otro escultor nacional supo representar lo que significa el Perú. Nos mostró los paradigmas a seguir en una época de crisis de valores como la que vivimos hoy en día; es por ello, que su legado se hace indispensable al mostrarnos a las figuras egregias nacionales, aquellas que supieron ganarse un alto honor en la historia peruana.

 

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