PATRICK TSCHUDI

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MEMORABILIA
Sala I
hasta el 12 de Enero

Rodeado de sus obras en su taller, Patrick Tschudi evoca los viajes en auto con su padre por la carretera al sur. Tiempos pasados en que la ciudad quedaba rápidamente atrás y sumidos en el paisaje la mente se volvía más ligera. Inspirándose en sus recuerdos, el artista, reconocido por sus impresiones fotográficas a partir de dibujos vectoriales, presenta Memorabilia en la que explora nuevas técnicas y propuestas.

Memorabilia está dividida en tres series unidas por un concepto: la memoria y su reconstrucción a través de fragmentos. La primera compuesta por collages fotográficos con relieve que contraponen vistas aéreas de Lima y espacios patrimoniales amenazados por el desborde urbano. Realizados recortando fotografías de diversas zonas de nuestra ciudad, dan la idea de la pérdida del paisaje por el crecimiento de la metrópoli sin contemplación al patrimonio natural, a decir del artista “Son como rompecabezas en los que al ir sacando piezas encuentras lo que había antes: valles, ríos, desierto, dunas, huacas. La ciudad va creciendo y se va reduciendo al mismo tiempo, es una contradicción constante”.

Una lúdica interacción con el espectador motivará la segunda serie hecha con plantillas y tintas serigráficas con colores vivos y una gráfica de años atrás. Detalles de conocidas marcas comerciales que desaparecieron entre las décadas de 1980 y 1990, acompañados por reseñas en alusión a sus eslóganes y estribillos, producen un juego entre texto y marca donde se activa la memoria.

En la tercera secuencia realizada con la técnica del dibujo vectorial, imágenes que asemejan estampas dan una visión reducida de Lima. Allí están la Costa Verde, las casonas de Barranco, el kiosco de chicles, un clásico mercado… “Bastiones que resisten el embate del tiempo como pequeñas memorias de nuestra ciudad que nos recuerdan lo que aún creemos seguir siendo”, señala Tschudi.

Para el crítico de arte Max Hernández Calvo “la visión de Patrick Tschudi es más crítica que nostálgica y, en el fondo, no carente de un velado optimismo. El artista ofrece así un vistazo a la vitalidad misma de la ciudad, donde destrucción y construcción son dos caras de la misma moneda que, no obstante, pueden suponer la pérdida de cosas valiosas y la construcción de otras que no valen la pena. Acaso se trata también de un reclamo por nuestra memoria y testimonio, como un compromiso con el presente y con el futuro: un tiempo-por-venir cargado de posibilidad que nos pertenece a todos colectivamente”.

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