¿Remedio o enfermedad?

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una semana de instalado el Gabinete del nuevo gobierno, varias cosas quedan claras sobre su naturaleza y viabilidad. El equipo ministerial es débil y contradictorio. Con un perfil predominantemente técnico, de «segunda» línea y con algunos ministros con cierta experiencia en la gestión pública, su composición buscó «contentar» a distintos sectores políticos, hayan tenido o no capacidad de veto. Sorprende especialmente, la presencia de personajes innegablemente polémicos como Salvador Heresi y los generales Huerta y Medina, mientras que la designación de David Tuesta en el Ministerio de Economía, evidencia el peso en la sombra que tendrá Luis Carranza, que indudablemente lo apadrinó.
 
Como no podía ser de otra manera y no obstante la tranquilidad con la que la opinión pública recibió al nuevo equipo de gobierno, las críticas se dispararon en todas las direcciones. El Premier, que negó varias veces su presencia en ese cargo y el nuevo Ministro de Justicia, fueron los blancos iniciales, rápidamente acompañados por varios otros, hablándose pronto de un cogobierno con el fujimorismo o con la izquierda. Quedaba claro desde el primer día que la supuesta luna de miel del Presidente y el Primer Ministro provincianos, era de baja intensidad y que el gobierno –que no olvidemos es de continuidad–, nacía marcado por una fuerte precariedad: sin fuerza política propia, con limitadas conexiones en la estructura del Estado y la burocracia, sin relaciones directas con los empresarios… Es decir, una fuga a un futuro incierto más allá de las buenas intenciones que mostrara el discurso inaugural del nuevo mandatario.
 
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