El presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, suspendido de sus funciones por sospechas de corrupción, renunció a ese cargo pero no al escaño, que aun así puede perder en un proceso abierto por ese órgano legislativo.
"Solamente mi renuncia puede ayudar a estabilizar la Cámara", presidida en forma interina por el legislador Walter Maranhao, quien no cuenta con el apoyo de los diputados, declaró Cunha en una rueda de prensa, con la voz quebrada y al borde de las lágrimas.
En diciembre pasado, aun ejerciendo como presidente de la Cámara baja, Cunha aceptó a trámite las acusaciones que llevaron a un juicio político a Dilma Roussef.