SIN GRANDES EXPECTATIVAS EN LA “NUEVA” CLASE POLÍTICA

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CongresoA 30 días de la transmisión de mando, revisando los resultados electorales dan cuenta de que al menos 16 parlamentarios que integrarán nuestro próximo Congreso de la República acarrean un historial judicial. De este grupo, nueve legisladores electos tienen sentencias por alimentos, peculado, colusión, difamación, mientras que otros siete afrontan investigaciones por homicidio culposo, asociación ilícita, usurpación de funciones, entre otros delitos.

 A través de esta columna y a lo largo del tiempo he venido sosteniendo que la clase política peruana viene atravesando una permanente decadencia moral e intelectual, a la vez que padece el enquistamiento de la mediocridad personalizada en la mayoría de sus representantes. La desatada, extensa  y salvaje campaña electoral de dos vueltas que se inició con las elecciones del pasado 10 de abril fue la mejor exhibición que muestra una radiografía del interior de la actual clase política peruana.

Los cambalaches y transfuguismos electorales que muestran a los “representantes” políticos saltando de un partido a otro como sapos advenedizos en busca de una mejor posición en las listas congresales, sobre todo en el partido de Peruanos Por el Kambio, ha superado la capacidad de asombro de la opinión pública. Digo Peruanos Por el Kambio pues es una agrupación política que se armó casi a última hora, sin mística ni doctrina alguna. Y encima recurrió a los votos de otras agrupaciones  con ideas totalmente opuestas con tal de salir ganador. Sólo con el ánimo de alcanzar el poder a toda costa.

Al parecer la ideología que parece primar en estos “nuevos” exponentes de la política peruana contemporánea es la de la conveniencia desfachatada, el usufructo personal es lo que prevaleció en muchos  de estos nuevos padres de la patria, de esta nueva promoción que integrará el Parlamento Nacional.

En tiempos pasados de entereza ideológica y de principios, los políticos se mantenían bajo la doctrina que los había lanzado a la palestra y casi era nula esa lambisconería buscona de situarse en los primeros lugares de las listas para asegurarse su presencia en el poder. Las invitaciones cursadas a los intelectuales, por parte de los partidos políticos, eran convites diplomáticos de honor para servir al país y no como ahora para servirse del Estado.

Existe falta de liderazgos y de gente con ideologías. Los políticos han olvidado la visión del mundo y de la sociedad. En las universidades no se discuten temas relevantes y no entienden el beneficio de comprometerse con los demás. Entonces la gente vota por el candidato más guapo, por el que regala más arroz o polos; es decir por el más mercantilista. Con este mal ejemplo de la clase política actual, los niños se están formando con la idea del mínimo esfuerzo y el máximo beneficio y los jóvenes ven que da frutos, la mentira, el no honrar la palabra porque eso es la política actual.

La clase política es la personificación de la indigencia moral, la gente sabe que le mienten, pero eso lo ha incorporado a sus expectativas porque al final quieren confiar en algo o en alguien, porque si aparece alguien diciendo la verdad nadie le hará caso.

No hay formación de líderes porque no conviene educar al pueblo, no existe voluntad de fortalecer los partidos porque es más fácil manipular a la gente que menos sabe. A la política le faltan grupos de vanguardia que con entusiasmo empiecen a cambiar esta realidad.  Y sobre todo lo que más falta hace es la participación ciudadana en la política nacional. Los especialistas dicen que aún hacen falta tres generaciones  democráticas para poder pensar que  tenemos una democracia encaminada. 

Es necesario para mejorar la clase política en el país que el ciudadano  actué y no se resigne a la simple participación o a la emisión de su voto en un proceso electoral. Tiene el deber y el derecho de reclamar a sus autoridades elegidas a un buen desempeño y a exigirles que cumplan con sus promesas. Hay  mecanismos legales para pedir su revocatoria y destitución según sea el caso, en base a su desempeño. De este tema me ocuparé en otra ocasión. El cambio y la responsabilidad también está en la manos de los electores y de los ciudadanos, es cuestión de despertar la conciencia para actuar en pro de un verdadero mejoramiento de la clase política en el país. Hasta mañana mis queridos amigos de Primera.

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