Estamos a pocos meses de las elecciones presidenciales y parlamentarias. Aproximándonos a dar un paso importantísimo para el futuro inmediato de nuestro país. La pausa que imponen las celebraciones de fin de año servirá como un tiempo fuera, también para empezar a reflexionar sobre el futuro político y económico que queremos para nuestro país. A tiempo para recordar los errores latentes del pasado a los que nos han arrastrado los malos gobernantes y sus malas decisiones. Sus errores y malas acciones son consecuencia de la mala elección que la mayoría de peruanos hizo al momento de elegirlos como autoridades y darles el poder para dirigir el destino de nuestra Nación.
Un tiempo fuera para ser más reflexivos y asumir nuestra responsabilidad. El acto de elegir, es un paso importantísimo que embarga ser consciente y consecuente con nuestras decisiones. Elegir y votar por un candidato no es un juego, como no lo es arriesgar la estabilidad y el futuro de nuestros hijos, que son lo más valioso que un ser humano de mente sana pueda tener.
Un tiempo fuera para llamar la atención de las personas que nos rodean ante la majestad del acto electoral, que mucha gente no respeta y toma como una obligación fastidiosa que sólo le hace perder todo un mediodía de domingo. Pues en honor a la verdad: resulta tedioso y trabajoso cumplir con el deber de votar. Pero si hacemos de esta contienda, una competencia por la mejor opción para el país, la carga de tedio se va a disipar en un acto de responsabilidad y libre competencia, para optar por el mejor ciudadano, el mejor peruano, para que asuma la responsabilidad de conducir el timón de nuestra nación, hacia un desarrollo constante y firme.
Un tiempo fuera para reflexionar en la tarea de escoger entre todas las opciones que se presentan ante nuestros ojos. Pero hay que ir más allá para investigar a fondo el pasado de los candidatos como personas y como profesionales, para poder vislumbrar cual será el camino por donde enrumbará al país. Seamos exhaustivos hasta el hartazgo para revisar sus hojas de vida. Para investigarlos como si fueran nuestros cajeros personales, nuestros custodios de intereses y de los que vienen detrás de nosotros. Seamos exigentes, busquemos la excelencia máxima en la persona que tendrá el honor y la responsabilidad de llevarnos a conocer el destino que nos espera. Renunciemos a la resignación mediocre de dejar hacer y dejar pasar. Renunciemos al ánimo de los becerros que siguen al grupo sin saber por qué. Renunciemos a la flojera mental de aceptar a cualquier candidato, a votar por votar, porque hacerlo es jugar a la ruleta rusa familiar, a una ruleta rusa que puede ser mortal. Pues una mala elección puede significar la diferencia en avanzar sobre lo que tenemos, en busca de prosperidad, o perder todo lo ganado hasta el momento en largas y arduas décadas de lucha.
Recordemos que los que votamos no vivimos de la política corrupta. Los que votamos rechazamos la corrupción y somos ciudadanos honorables y honrados. Ciudadanos de Primera que merecemos a los mejores exponentes de la clase política. Merecemos el total respeto de los políticos porque somos quienes financiamos el Estado con nuestros impuestos y movemos esta maquinaria que se llama Perú. Por eso merecemos consideración, no solo porque tenemos el poder de elegirlos, sino porque somos a quienes nos tienen que dar cuentas de sus actos como servidores públicos.
Un tiempo fuera, para pensar que ha llegado la hora de reflexionar sobre el futuro político de nuestro país. Hasta mañana mis amigos de Primera.