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Son bioquímicos que nutren y regeneran la piel quemada.
El uso de la arcilla medicinal para el tratamiento de quemaduras de segundo grado es una práctica alternativa que usan expertos del Hospital Alberto Sabogal de EsSalud hace más de diez años con resultados exitosos, informaron voceros de la seguridad social.
Fue durante el lanzamiento de la primera Revista Peruana de Medicina Integrativa, de la Gerencia de Medicina Complementaria de EsSalud. Los autores de uno de los artículos incluidos en esta primera entrega dieron a conocer las razones por las que este procedimiento natural tiene buenos resultados.
Jorge Rodríguez Valles y Lorena Arévalo Rivas, especialistas en fisioterapia alternativa del Sabogal, explicaron que el 80 por ciento de componentes químicos que tiene la arcilla medicinal es semejante a los que tiene el cuerpo humano, por eso son buenos para la piel.
“Son bioquímicos que nutren y regeneran la piel quemada, como lo hace el ácido de aluminio, el sodio, el potasio, el magnesio o el oxido de silicio, que renuevan la piel al colocarse sobre la herida”, comentaron.
Aplicación y tratamiento
Rodríguez y Arévalo indicaron que antes de colocar el emplasto sobre la herida, la liberan de las ampollas, luego aplican una gasa sobre la zona de la lesión y colocan la arcilla medicinal.
“Colocamos otra capa de grasa y se venda la zona. Después de dos horas o cuando el emplasto se caliente, procedemos al cambio. Tenemos que capacitar al paciente para que se coloque la arcilla de acuerdo a cómo evolucione la quemadura”, precisaron.
Generalmente se necesitan 15 días para que se regenere el 80 por ciento del tejido, y en los diez siguientes culmina el proceso de reepitelización, de nueva piel, agregaron los especialistas de Medicina Complementaria.
“Cuando se trata una quemadura con arcilla medicinal, lo único que demora es la pigmentación (el color) porque la piel queda igual. Como cuando uno se broncea la piel en verano, el proceso de pigmentación dura muchos meses”.
Las quemaduras de segundo grado más comunes son por agua, fuego, aceite y afectan la piel, el tejido sebáceo cutáneo y hasta una pequeña capa muscular. Se presentan con más frecuencia en las extremidades superiores, cara, miembros inferiores y muy poco en la espalda y caderas.
