MENU
Es fundador y gerente general de la Escuela Española de Cata, ubicada en Madrid. También es responsable de Relaciones Institucionales de la Asociación Profesional de Sumilleres de Madrid. Su pasión por el vino lo ha convertido más de una vez en jurado de concursos nacionales e internacionales.
Arturo Hurtado no solo es el segundo de cinco hermanos, sino que también es periodista de profesión. Nos cuenta lo difícil que le resultó dejar a su familia para ir en busca de sus sueños.
“Tenía 28 años cuando decidí ir a España, me fui cargado de ilusiones, quería encontrar oportunidades que me permitieran crecer profesionalmente, mis padres siempre me apoyaron porque quisieron que fuera feliz y ahora que soy padre puedo entender mejor a los míos”, manifiesta.
Y su vínculo con el vino tiene un génesis. “Mi memoria olfativa se lo debo a mi mamá”, evoca nostálgico al recordar cuando ella era comerciante mayorista y la acompañaba a comprar productos para abastecer su tienda.
Pudo en esas compras encontrar los olores y aromas del culantro y la hierba luisa, entre otros. Gracias a eso puede ahora distinguir la frescura y la calidad de cada uno de los ingredientes en el vino.
Entre vinos
Al llegar a España, se dio cuenta de las oportunidades que había en ese país, empezando por la extensa variedad de bodegas de vinos, pero el poco conocimiento que se tenía sobre ellas.
Y comenzó a trabajar de la mano de su ahora esposa y socia, que trabajaba en la productora de vinos Ribera del Duero, ubicada en el pueblo Peñarol del Duero, donde una de las actividades principales es el cultivo de uvas.
“Ella creció y vivió en ese lugar. Conocía mejor que nadie todo este proceso de cultivo porque hacía cursos para capacitar a camareros, y se me ocurrió la idea de añadirle catas de vino, ya que lo que siempre falta son profesionales para atender a los turistas”, indica.
De esta forma, una de sus primeras conexiones fue con el Perú, donde le dieron la oportunidad de impartir una cata en su alma mater, la Universidad San Martín de Porres.
A partir de ese momento, todo indicaría que esta sería una buena y nueva oportunidad para el negocio de los vinos, ya que tanto su esposa y él retornaron en dos ocasiones al Perú a impartir unos cursos en la universidad.
Luego, durante ocho años, ganaron una licitación para hacer un curso de sommelier, que es la persona encargada del servicio de vinos y licores en la restauración.
Corazón peruano
Todo su esfuerzo empezó a ser recompensado cuando constituyeron la que hoy es la Escuela Española de Cata, que cuenta con alma española y corazón peruano.
Esta empresa a la cual le ha puesto alma, corazón y vida es ahora una referencia en la formación de sommelier en España, ya que ha recibido reconocimientos como Mejor Escuela de Sumilleres de España 2022 y Premio Excelencia Educativa 2019. Además, reciben a alumnos de diversas partes del mundo, sobre todo latinoamericanos.
“Saber catar vino en un país con miles de industrias de vino es una tarea esencial que debe hacer cada una de las personas que deciden dedicarse a ese rubro o sector, esto les genera un valor añadido en su currículo”, explica.
En la escuela hay cursos de todos los niveles, dirigidos a cualquier tipo de profesional que decida incursionar en el rubro de vinos, enseñándoles el arte de catar vinos españoles.
“Somos un grupo de alrededor de 200 personas y todos amantes del vino, algo que me llena de satisfacción es encontrar alumnos de nuestra escuela en diversos hoteles de renombre en España”, enfatiza orgulloso.
Respeto y felicidad
“Lo mejor que me ha dado el vino es la felicidad, gracias a este mundo soy feliz”, resalta Arturo Hurtado al recordar que este rubro le ha brindado la oportunidad de conocer a grandes amigos.
La afición por conocer las variantes de los vinos y el tipo de suelo en el que se hacen las uvas también fue una de sus mayores motivaciones desde el inicio.
“Estamos tan felices como el primer día, un poco más cansados por la edad, pero disfrutando al 100%. El mundo del vino te da mucho disfrute, pero también mucho trabajo”, anota.
“Me siento orgulloso de ser peruano y de fomentar la cultura del vino en España”, recalca.
Arturo señala que uno de sus mayores logros es haberse ganado el respeto y el reconocimiento por la tarea que hace en la escuela.
Y como en un principio, y más aún cuando viajó a España, no deja de soñar. Espera que sus hijos en un futuro continúen con esta empresa familiar. “Tenemos mucho más que ofrecer”, dice con convicción.
