Audios prueban que colombiana planeó demenciales ataques en Europa con terroristas del Estado Islámico

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Ana Paula Echeverría fue grabada por la policía de Suiza hablando de volar un tren, de atacar una discoteca y una iglesia

“Veíamos qué objetivos ha atacado el Estado Islámico y pensábamos: en esta discoteca hay trago y drogas, y los domingos hay una noche gay (…) Incendiemos esta casa (…) Descarrilemos un tren”.

La confesión es de Ana Paula Echeverría, la colombiana detenida en Suiza el 7 de noviembre de 2017 por sus nexos con una célula terrorista afín al islam.

La confesión se dio después de que ella misma escuchó los audios que unidades antiterroristas grabaron durante 5 meses tras instalar micrófonos en su carro y en su apartamento, ubicado en Saint-Aubin, una comuna del cantón de Neuchâtel.

En estos, la colombiana habla de descarrilar un tren, poner una bomba en una conocida discoteca o en una iglesia, asesinar un imam musulmán, o envenenar “infieles”.

En las interceptaciones incluso quedó registrado cómo instigó a su esposo para que profanara varias tumbas en un cementerio de la región en donde vivían con sus hijos de 4 años y de 7 meses, que fueron entregados a los servicios sociales mientras se resuelve su situación.

De hecho, las palabras de la joven de 23 años, que se convirtió al islam a mediados de 2015, fueron las que alertaron a las autoridades, que luego establecieron que su esposo y sus cómplices iban en serio. Uno de sus objetivos era la ciudad de Niza, donde planeaban ataques con granadas o con vehículos contra políticos, judíos y no musulmanes.

Milutin, suizo de origen bosnio, también había tenido contacto con otro joven que viajó a Siria a unirse al Estado Islámico y que le prometía apoyo logístico. Además, el esposo de la colombiana multiplicaba en redes y chats encriptados los contactos con islamistas radicales en Francia. A través de varios filtros, había ido seleccionando a posibles candidatos para realizar atentados en Europa.

A pesar de la evidencia, la colombiana asegura que sus palabras sobre atentados nunca pasaron a los hechos.

“Siempre se mantuvo en discusiones, nunca fue más allá. Cuando decíamos ‘incendiemos esta casa’ no quería decir nada concreto. No lo realizábamos”, dijo Echeverría, que al igual que su esposo estaba desempleada y vivía de la asistencia social del gobierno suizo, del que habrían alcanzado a recibir unos 200.000 francos (más de 600 millones de pesos).

Y, aunque los audios son reveladores, la colombiana se salvó de ser procesada por terrorismo porque en su apartamento no se encontraron ni planes de atentados, ni propaganda islámica ni armas. Tampoco participó en los chats y cadenas de mensajes que incriminan a su esposo.

Para insistir en su versión, hace dos semanas apareció en 10Vor10, un espacio en la televisión suiza-alemana, donde manifestó que nunca tuvo planes reales de organizar atentados y que las conversaciones interceptadas solo eran palabras.

Sin mostrar su rostro, también dijo que hablar de descarrilar trenes y de atacar gente era una simple manera de sacar el estrés que sentía, pero que nunca procedió.

Sin embargo, para el gobierno suizo, la mujer es una amenaza latente en términos de seguridad.

Por eso, si bien obtuvo su libertad el 7 de febrero, ese mismo día, la policía federal volvió a emitir una orden de captura para su inminente expulsión.

En el documento, la policía suiza determinó que la mujer “participó plenamente durante varios meses en discusiones concretas y precisas con su compañero, relativas a la comisión de atentados en suelo suizo”.

Y concluyó que “ningún elemento permite excluir que ponga en práctica sus planes de atentados. Por ende, no se puede tolerar que continúe residiendo en Suiza”.

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