Ella es el principal sostén de su hogar usuario de Juntos y su meta es ver a sus hijas convertidas en profesionales
Teresa Cayllahua es una madre ejemplar. Ella vive en la provincia de Huamanga, región Ayacucho, con sus dos hijas y su pequeño hijo. Su esposo sufre diabetes y no puede trabajar. Teresa es el sostén de su hogar y emprende con mucho esfuerzo su lucha para sacar adelante a su familia.
El sueño de Teresa Cayllahua es ver convertir a sus hijas en profesionales para salir de la pobreza intergeneracional.
Debido a las bajas condiciones económicas, su hogar es usuario del programa Juntos del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), el cual promueve la mejora de la salud y educación de sus hijas e hijo, para contribuir en el alivio de la situación de la pobreza de su hogar. También por ser su hogar usuario de este programa social recibió el Bono Familiar Universal entregado por el Estado.
La pandemia de covid-19 afectó la situación vulnerable de muchas familias ayacuchanas, pero durante la cuarentena la entrega del Bono Familiar Universal ha podido paliar esa situación, como ha sido el caso de Teresa que recibió el subsidio de 760 soles para cubrir la alimentación de su familia y pudo usar parte del dinero en hacer un pequeño emprendimiento de venta de comida ambulatoria para conseguir ingresos económicos.
Pese a la adversidad, esta madre se sigue esforzando para que sus hijas no atraviesen por la difícil situación que le tocó vivir durante su infancia.
“Quiero que mis hijas sean profesionales, que no tengan las carencias que tuve de niña cuando quedé huérfana de padre por el terrorismo”, relata Teresa desde su casa en Huamanga.
Con ese ejemplo de empeño, su hija mayor, Mirian Quispe, gracias a su rendimiento escolar, consiguió la Beca 18 y ahora estudia economía en la Pontificia Universidad Católica del Perú, una de las mejores universidades privadas en Latinoamérica.
Teresa también apoya a su menor hija Rosali, quien se esmera en sus estudios de cuarto grado de educación secundaria para obtener la Beca 18; mientras tanto está pendiente de los controles médicos de su pequeño Diego de 3 años de edad para asegurar su desarrollo infantil, y de esa manera Teresa está avanzando a paso firme para salir de la pobreza.