Día de la Mujer: conoce las historias de 3 mujeres que salvan la vida de niños

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La doctora Eneida Melgar Humala, del Instituto Nacional del Niño de San Borja. Foto: ANDINA/Archivo.
La doctora Eneida Melgar Humala, del Instituto Nacional del Niño de San Borja.

A lo largo de los años, diversas generaciones de peruanas han demostrado ser la pieza fundamental para cambiar el mundo que les rodea. En el Día Internacional de la Mujer, tres historias de trabajadoras de la salud que con su fortaleza vencieron adversidades y hoy contribuyen desde el INSN de San Borja a salvar vidas de niños.
Dejó su natal Coracora, en Ayacucho, cuando tenía 14 años. La decisión de sus padres de forjarse un futuro prometedor, sin duda, ha sido la mejor. Fue difícil, pero dio frutos. La doctora Eneida Melgar Humalatuvo que iniciar su nueva vida en Lima.
Recuerda que nunca se amilanó y, aunque extrañaba sus raíces, perseveró. Su tía, una de las primeras cirujanas de abdomen en el Perú, se convirtió en su motivación para inclinarse por la medicina.
La rama que eligió, Cirugía de Tórax y Cardiovascular, estaba integrada solo por hombres. Un primer desafío que enfrentó. “La cirugía cardiovascular es para varones, son horas en sala de operaciones, horas de estar lejos de la familia”, le dijeron.
“No me asustó, por el contrario, me motivó y tenía que demostrar que podía. Y lo hice”, recuerda.
En la década del ochenta, se convirtió en la primera cirujana cardiovascular pediátrica y segunda cirujana de tórax en el Perú. Sus deseos de salvar la vida de niños con cardiopatías complejas fue su más grande reto.
“Ver que no se practicaban este tipo de operaciones me llevaron a trabajar incansablemente por la cardiocirugía infantil en nuestro país”, comenta.
Tuvo que lidiar con las carencias y dificultades. Nunca se detuvo. Invitó a cirujanos filántropos de prestigio internacional de Estados Unidos, Alemania, Brasil, España, Colombia y Chile. La doctora Melgar llegó a traer gratis hasta cinco misiones extranjeras por año.
Ellos han transmitido sus conocimientos y experiencia quirúrgica y han hecho posible que los casos más complejos puedan ser resueltos por el equipo médico-quirúrgico, en el Instituto Nacional de Salud del Niño Breña y de San Borja, en los últimos 30 años.
Hoy, dice, es el tiempo de los médicos jóvenes que en la pandemia por covid-19 han demostrado eficiencia y vocación de servicio. Eneida Melgar, de 71 años, esposa de un médico radiólogo y madre de dos médicos cirujanos, actualmente, es jefa del Departamento de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, donde tiene una meta más: convertir a INSN San Borja en un centro de trasplante de corazón.

Margelis Vergara Dagobet tiene 55 años. Está orgullosa de su doble nacionalidad peruano-colombiana y de ser una profesional de Enfermería al servicio de la salud infantil.
En 1990 conoció el Perú, en un intercambio de estudiantes universitarios de la región andina. Allí conoció a su futuro esposo, un peruano que la hizo enamorarse no solo de él, sino de nuestro país.
“Llegué a esta hermosa ciudad (Lima) en 1998, convalidé mi carrera de Enfermería para poder trabajar, estudié muy fuerte, hice maestría en docencia y así logré encaminar mi carrera. Nada me impidió luchar y esforzarme”, dijo.
Margelis trabajó en diversos hospitales y desde hace ocho años en el INSN San Borja, donde dice deleitarse porque puede ayudar a niños de diversas regiones del país que llegan con las enfermedades más complejas.
Dice que cada año la vida es una lucha constante. Una prueba grande que enfrentó fue cuando le dijeron que no sería madre. Hoy tiene dos hijos, de 26 y 15 años. Confiesa con gran alegría que fue obra de Dios. Pero, la última prueba la enfrentó en noviembre del 2021. Un médico le dijo que perdería la visión de su ojo izquierdo.
Su fe hizo que se revirtiera este diagnóstico. “Después de cinco cirugías, le dijeron que, increíblemente, se sanó”.
“Las mujeres tenemos un poder sobrenatural. No nos damos por vencidas. Nuestro secreto es no dejar de creer en nosotras mismas”, dice.

Gaby García Cárdenas, de 35 años, no le asustan los retos. Desde que llegó a Lima de su natal Andahuaylas, Apurímac, hace 9 años y alejada de su familia, comenzó su lucha.
“Lloré todo el camino. Dejar a mis padres fue difícil, pero son ellos los que me dan las fuerzas para continuar”, recuerda.
Llegó a la capital con la carrera de Enfermería, pero su meta era la especialidad. El destino la llevó a hacerlo en la rama pediátrica.
“Tener contacto con los niños es el mejor regalo, y ayudarles en esta etapa difícil de la enfermedad es un privilegio. Somos un pilar para sus vidas y sus familias”, nos dice mientras coordina guardias, mejoras y resuelve los asuntos del día a día.
Reconoce que su perseverancia la ha llevado a consolidarse como profesional en el INSN San Borja, es así, que en enero de este año aceptó el reto de asumir una jefatura en el servicio de Hospitalización. Su primer gran paso.
Aún tiene muchas metas, dice, como hija, hermana, profesional y mujer. “Es solo cuestión de proponérselo y luchar”, destaca con gran convicción.

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