Entre lágrimas de rabia y llanto fueron enterrados hoy el técnico de primera PNP Gustavo Romero Zevallos y el suboficial de tercera PNP Joel Sánchez Anaya, asesinados por delincuentes durante una balacera en el Rímac.
Acompañados de familiares, amigos y colegas de promoción, ambos policías recibieron honores póstumos en el cementerio Santa Rosa, en Chorrillos.
La esposa de Sánchez Anaya, Cristina Aguilar, pidió a las autoridades que se capture y condene a cadena perpetua a los responsables del crimen. Tras brindar sentidas palabras de despedida, sufrió una descompensación y tuvo que ser asistida por personal médico.
La rabia pronto se convirtió en tristeza. Algunos de los asistentes a la ceremonia, tras exigir justicia, pidieron la salida del Ministro del Interior, José Luis Pérez Guadalupe.
Los féretros del suboficial superior Gustavo Fidel Romero Zevallos y del suboficial de tercera Yoeen Ebhert Sánchez Anaya fueron llevados hasta el cementerio Santa Rosa de Chorrillos, donde sus seres queridos, amigos y compañeros de la familia policial les dieron el último adiós.
También estuvo presente en la ceremonia fúnebre el director general de la Policía Nacional, general PNP Vicente Romero, acompañado de otros oficiales de la institución policial.
Durante la ceremonia de despedida los dos valerosos policías caídos recibieron el ascenso póstumo al grado inmediato superior.