ESPIONAJE A LA CHILENA

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El espionaje a un alto militar peruano, por parte del Ejército de Chile, ha sido noticia de primera plana esta semana en diferentes medios de comunicación nacional e internacional. Este vergonzoso e infraterno acto por parte de los sureños quedó en evidencia a raíz del último hackeo del que fue víctima dicha institución militar chilena a fines de mayo último.
Este hecho invasivo y artero es el último que forma parte de una seguidilla de actos de espionaje en diferentes modalidades que Chile realiza de manera constante y que muchas veces ha sido puesta al descubierto por nuestro sistema de seguridad.
En este último caso el espionaje fue reportado por Rhysida, un grupo de hackers que se infiltró en el sistema informático de la armada chilena.
Estos actos de espionaje han sido reiterativos en los últimos años, los casos más saltantes datan de 1978 y 1979 durante el mandato del presidente Francisco Morales Bermúdez donde se ordenó fusilar a un militar peruano por traición a la patria. Y otro fue el descubierto en el 2015, durante el gobierno de Ollanta Humala en el que tampoco se hizo nada significativo para manifestar la protesta ante tamaña invasión a nuestra seguridad por parte de nuestro vecino chileno.
Invasión Rhysida
La cadena informativa BioBioChile (BBCL) dio cuenta que su Unidad de Investigación accedió a 196 mil 150 archivos que equivalen al 30% del total de la información exfiltrada de ordenadores de altos militares chilenos. En total, suman 148,7 gigabytes.
Lo peligroso para el Perú es que el grupo Rhysida confirmó la venta del 70% restante de los archivos a través de una subasta en la dark web. Explicaron que se trata de un “comprador anónimo” y no entregaron detalles de los montos involucrados en la transacción. Este acto estaría poniendo en grave riesgo la seguridad nacional de nuestro país puesto que no se sabe qué tipo de información estaría cifrada dentro de esos archivos.
La mayoría de los documentos advierten de entrada sobre lo delicado del contenido. Lo hacen en letras rojas mayúsculas:
“Son documentos altamente sensibles cuyo contenido considera información relacionada con la seguridad del Estado Chile y la defensa nacional. Su divulgación o tramitación a personas no autorizadas están tipificadas como delitos, conforme a lo establecido en la Ley de Inteligencia Nº 19.974, Código de Justicia Militar y Código Penal”.
Entre los cientos de miles de archivos difundidos por Rhysida, destacan boletines de inteligencia, compras con gastos reservados del cobre, planificaciones financieras y lo que nos atañe a nosotros es el inventario armamentístico de distintos regimientos del Ejército del Perú.
Uno de los boletines de inteligencia se enfoca completamente en Wuilliam Saturnino Flores Zúñiga. El documento elaborado en 2021 -bajo la presidencia de Sebastián Piñera- describe la carrera y rasgos del entonces general de brigada, cuyo ascenso despertó especial interés en el Ejército chileno.
Esto, considerando que entre 2011 y 2012 fue agregado de defensa adjunto y militar en la Embajada de Perú en Chile. Más tarde, entre 2018 y 2020, llegaría a ocupar un cargo clave: fue jefe de la Casa Militar del Despacho Presidencial peruano. Luego, en 2021, pasó a ser comandante general de la III División del Ejército del Perú. Una unidad encargada de resguardar precisamente la frontera con Chile. Esto último motivó la elaboración del perfil.
Consultado el Ejército de Chile evitaron confirmar la veracidad del informe, “desconociéndose el verdadero origen de la información, la que no reúne las características de un documento oficial”, espetaron.
Pese a ello, el documento está anexado a otros boletines de inteligencia en donde se detalla la composición íntegra del Alto Mando del Ejército del Perú para 2021. Fuera del perfil psicológico, todo el contenido de la información fue ratificada por la cadena BBCL a través de fuentes abiertas.
Actos de espionajes previos
Un acto escandaloso de espionaje de Chile al Perú, que está registrado en la historia como un grave incidente internacional ocurrió el año 1978 y concluyó el 20 de enero de 1979. Las acusaciones de espionaje realizadas presuntamente por Chile en el Perú, culminó con la declaración de persona no grata del embajador chileno en Lima, Francisco Bulnes Sanfuentes y el fusilamiento por traición a la patria del Suboficial Peruano de la Fuerza Aérea del Perú Julio Vargas Garayar.
Y un último acto de espionaje que levantó una bataola de actos de rechazo por parte del Perú sucedió en febrero del 2015, durante el gobierno del imperceptible Ollanta Humala, donde se acusó a tres suboficiales de la marina peruana de espiar para Chile.
La información se venía manteniendo en reserva, hasta que la prensa local le quitó el velo. El gobierno decidió entonces salir a la arena pública. Humala se reunió con el Consejo de Estado y líderes políticos, como los expresidentes Alan García y Alejandro Toledo.
Dos de los marinos fueron acusados de infidencia y traición a la patria en tiempos de paz (delito que conlleva una pena de cárcel no menor a 25 años) y el tercero de desobediencia, explicó el presidente de la Corte Militar Policial, de ese entonces Juan Pablo Ramos.
Finalmente, los actos de espionaje vienen a ser una especie de “dame que doy” en medio de una búsqueda de información permanente casi imperceptible, que al final la diplomacia de los países se encarga siempre diluir para continuar con una convivencia dentro de una especie de guerra fría. Hasta la próxima semana mis amigos de Primera.

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