LA CUMBRE DEL G20 RESPALDA EL IMPUESTO DEL G7 

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Con el objetivo de unificar posturas en base a los intereses que comparten, ha dado comienzo la cumbre del G20 en la ciudad de Matera, en Italia. El encuentro está marcado por la sonada ausencia de Rusia y China. China ha decidido participar a través de videoconferencia -decisión que también han escogido Australia y Brasil- mientras que en Moscú han resuelto enviar a su viceministro.

La representación de esta cumbre constituye el 66% de la población y el 85% del PIB mundial y tratará la recuperación tras la crisis sanitaria del coronavirus, además de apoyar la histórica decisión adoptada por el G7, el impuesto mínimo global del 15% para las grandes empresas.

El impuesto mínimo global y su impacto en los mercados

Uno de los objetivos de la OCDE es conseguir la equidad en el reparto de los ingresos fiscales para impulsar la igualdad y el bienestar general, y la implantación de este impuesto supone un límite a la competencia fiscal entre los estados que pretende garantizar una contribución ecuánime en los impuestos de las grandes multinacionales. Y es que la intención de todo esto es que esta disminución en los beneficios de las grandes tecnológicas derive en un aumento de la recaudación fiscal de los gobiernos y una justicia tributaria mayor.

Además de las grandes empresas afectadas por dicho impuesto, los inversores que operan en Bolsa o aquellos que -conocedores de los riesgos del apalancamiento- lo hacen a través del trading online podrían haber marcado en su calendario económico la reunión del G7 por su relevancia en el plano financiero -en opinión de algunos analistas se trata de un avance importante en la fiscalidad mundial- para seguir con atención la reacción de los mercados, pero la crisis no ha llegado a desencadenarse y han podido comprobar de primera mano que a pesar de que el impuesto supone un varapalo para las empresas tecnológicas este acontecimiento apenas ha tenido repercusión -para otros analistas, difícilmente supondrá algo significativo, ya que tan sólo Irlanda se vería afectada por ser la única economía cuya tasa impositiva es inferior al 15%-.

Unidad frente al crecimiento de China y tensión entre dos viejos rivales

El aumento de la influencia china es otro de los asuntos que preocupa al G7, de hecho, la administración Biden ha realizado notables inversiones en tecnología para intentar contrarrestar esa creciente importancia mundial. No obstante, debido a los diferentes intereses hacia el gigante asiático existe división en torno a las decisiones políticas a tomar, pues mientras los EEUU imponen mano firme, Alemania no desea enfrentarse a China por el papel que el mercado chino protagoniza en sus ventas tanto en la industria del automóvil como en el sector de la ingeniería mecánica.

Mayor unidad mostró sin embargo al pedir a Rusia el cese de sus actitudes y acciones desestabilizadoras, apostando por salvaguardar una relación predecible y estable. Si bien el enfrentamiento entre Washington y Moscú viene de lejos, en el punto de mira del presidente estadounidense Joe Biden, se encuentran los ciberataques perpetrados por piratas informáticos rusos -el sufrido por la empresa JBS, que pagó un rescate de once millones de dólares en criptomoneda; Colonial Pipeline, que pagó también a la organización DarkSide más de cuatro millones de dólares en Bitcoin, sin olvidar el ataque de finales del 2020 a través del programa SolarWinds, contra grandes compañías y agencias del gobierno estadounidense, considerados por Washington como actos de espionaje– calificados por el Pentágono comoactos de guerra que son reflejo de la tensa situación de EEUU y Rusia y pretende conseguir unidad para hacer frente común ante la permisividad de naciones como la rusa que permiten este tipos de comportamientos.

Y lo cierto es que, aunque de manera comedida, EEUU ya ha impuesto sanciones como respuesta a las tácticas rusas, como la prohibición a las instituciones financieras de comprar en subasta deuda denominada en rublos el pasado mes de abril, asestando así un golpe a los mercados rusos y empeorando sus dificultades económicas,  en respuesta a las continuas provocaciones de Vladimir Putin a la opinión pública mundial con sus recurrentes ataques a los derechos humanos como el envenenamiento y posterior encarcelamiento del opositor al régimen Alexei Navalny.

Lo que el presidente Biden ha querido dejar claro es que estas acciones van a tener un coste económico para Rusia, pues de persistir en su actitud desestabilizadora, tendrá que asumir el impacto de las represalias por parte de la administración estadounidense.

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