Papelón Mundial

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Se suspendió la Superfinal por el brutal ataque de hinchas de River al micro de Boca

La expectativa tan grande derivó en lo que muchos temían. Todo se desbordó. Ni siquiera el promocionado operativo de seguridad para la Superfinal pudo evitar que se produjeran graves incidentes, dentro y fuera del estadio Monumental. 

Todo fue una papelón. Una muestra cabal de lo peor del fútbol argentino y sudamericano: violencia, aprietes, tironeos, disputas de poder, desprolijidades, peleas…

La Superfinal de la Copa Libertadores entre River y Boca que debía jugarse este sábado a las 17 primero fue postergada en dos ocasiones. Y finalmente fue suspendida. Se jugará mañana a las 17. Aunque cualquier cosa puede cambiar en las próximas horas.

Todo lo malo que podía pasar ocurrió. Afuera, la violencia invadió las calles ante la inoperancia de un operativo policial que nuevamente falló. Adentro, cada dirigente intentó sacar tajada sin pensar en el bien común. Y así fueron pasando las horas. Desde la bochornosa llegada del micro de Boca al Monumental hasta las presiones de la Conmebol y de la FIFA para que el partido se jugara pese a todo.

Desde Boca la postura era clara: le informaron a River y a Conmebol que no estaban en condiciones de jugar el partido: Pablo Pérez, capitán del equipo y Gonzalo Lamardo, juvenil que acompañó al plantel, fueron trasladados a un hospital para ser atendidos tras la salvaje agresión que sufrió el plantel boquense en su llegada al estadio Monumental.

Una mezcla de impotencia y desencanto invadió el estadio ya entrada la noche. Por ese entonces, uno de los equipos debía estar festejando con la Copa Libertadores en alto. Pero no fue así. Otra vez la violencia, la desorganización y los confusos movimientos dirigenciales se apoderaron de la pelota. Una mancha más para una Copa Libertadores plagada de papelones.

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