¡EL VIRUS DE LA CORRUPCIÓN!

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Al cierre de esta edición, el Ministerio Público había iniciado la investigación de más de 70 presuntos actos de corrupción vinculados a compras y servicios efectuados durante el estado de emergencia nacional por el Covid-19, según información divulgada por el coordinador de las Fiscalías Especializadas en Delitos de Corrupción de Funcionarios, Omar Tello Rosales.

Ante ello, los sentimientos de indignación y desprecio por dichos actos y sus autores son inevitables. El nuevo coronavirus ha dejado hasta el momento más de 300 muertos y en el instante que usted lee esta nota un afectado por la enfermedad se encuentra luchando por su vida. Y en este preciso instante, también, un corrupto traidor a la patria está buscando la forma de enriquecerse ilícitamente y contribuyendo a debilitar la lucha contra esta epidemia mortal.

La corrupción, el aprovechamiento y sus autores se van repitiendo a lo largo de nuestra historia y constituyen la versión corregida y aumentada de los mismos vende patria, de esos sátrapas indolentes y miserables que se llevaron el dinero de la Colecta Nacional para comprar armas y pertrechos en Europa en la Guerra del Pacífico, y a cambio sólo enviaron municiones de otro calibre, armas obsoletas e incompletas y fardos de tela podrida en lugar de uniformes militares.

El espíritu inmundo de esos miserables resucita en cada compra y venta fraudulenta, sobrevalorada o defectuosa. Sólo les importa el dinero fácil y el beneficio personal, pues arrastran una enfermedad mental y moral que en sus conciencias los condenará a una cadena perpetua de vergüenza y oprobio, la misma que debe hacerse pública.

Es el momento de que la ciudadanía haga su parte, abra los ojos y denuncie cada acto inmoral y de corrupción que perciba, que utilice sus medios tecnológicos para documentar cada hecho irregular, y lo publique en las redes y lo envíe como denuncia a los estamentos de control. Hay que hacer de cada ciudadano un contralor, de forma tal que la corrupción no tenga dónde esconderse.

Hay que empoderar y vitaminizar a la Contraloría General de la República, hay que filtrarla y llenarla de personajes probos, de jóvenes idealistas a quienes sí les interese su buen nombre y su apellido. Ilustres profesionales para quienes sus carreras y sus conciencias  sean más importantes que sus cuentas bancarias.

Hay que convocar a los mejores y a los incorruptibles, dotarlos de herramientas y respaldo para que tengan la capacidad de enfrentarse hasta al mismo diablo, sin temor y sin que les tiemble la mano. Hay que crear un grupo plenipotenciario en materia de lucha anticorrupción, para que pueda entrar en todas las entidades públicas de manera inopinada y al instante, al menos en periodos de emergencia nacional.

No debemos permitir que se repitan los vergonzosos robos que hubo durante la emergencia del terremoto de Pisco, donde un grupo de miserables asistió a un festín de corrupción, aprovechándose del pánico y de la necesidad de comprar rápido y sin control, y lo peor que luego fueron amnistiados judicialmente, si no pregúntenle a Pérez Guadalupe que tiene relevante información al respecto.

Hay un virus más letal en el Perú que el Covid-19, y es la corrupción entera, que arrebata el dinero de todos los peruanos, dinero que es sustraído para beneficio personal con alevosía, desvergüenza, descaro y cobardía, sobre todo por hacerlo en un estado de emergencia nacional y necesidad pública.

Esto, señores, es imperdonable y se debe sancionar ejemplarmente. Incluso, en mi opinión, debe ser motivo para pensar en legislar y tipificar la corrupción en tiempos de emergencia nacional, como un acto de traición a la patria, castigado con la ley marcial, en dos palabras, AL PAREDÓN. Hasta la próxima semana, mis amigos de PRIMERA.

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