MENU
Una delegación de alto nivel de la Organización de Estados Americanos (OEA) llegará este domingo 20 de noviembre a nuestro país, como parte de la activación de la Carta Democrática Interamericana que el Gobierno de Pedro Castillo solicitó en una comunicación cursada el pasado 19 de octubre ante el Consejo Permanente.
Este grupo estará conformado por cinco ministros de Relaciones Exteriores: Santiago Cafiero (Argentina), Juan Carlos Holguín (Ecuador), Mario Búcaro (Guatemala), Julio Arriola (Paraguay) y Eamon Courtenay (Belice). Además, los vicecancilleres Laura Gil (Colombia) y Christian Guillermet (Costa Rica). En representación del secretario general Luis Almagro se designó a Eladio Loizaga.
Ante la llegada de este importante grupo de representantes de la OEA las expectativas en el país también están polarizadas, una parte cree que su arribo y trabajo a desarrollar podrían sumar a lograr afianzar la gobernabilidad y crear conductos de comunicación entre el gobierno y el Poder Legislativo. Otra parte piensa que sería una visita irrelevante puesto que sus opiniones carecen de peso legal para poder alterar algo en el estatus quo reinante en estos momentos en el Perú. Entre estas dos posiciones es que se reaviva el interés por saber en base a los hechos cuales será el resultado y consecuencias de esta gestión.
Es importante recordar los antecedentes históricos de visitas similares. El Perú recibirá por tercera vez en los últimos 22 años a una representación de la OEA en medio de una crisis política. La primera sucedió en 2004 cuando el expresidente Alejandro Toledo (2001-2006), quien en estos momentos se encuentra evadiendo la justicia por el caso Odebrecht en Estados Unidos, afrontó pedidos de la oposición para que sea destituido por su baja popularidad e inestabilidad de su administración.
La segunda se dio en 2017 cuando el expresidente Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) afrontó un proceso de vacancia en el Congreso de la República tras descubrirse que dos empresas suyas tuvieron contratos con la empresa brasileña Odebrecht cuando fue ministro de Economía y Finanzas en 2005.
En el momento actual, el presidente Pedro Castillo Terrones recurre a la OEA porque argumenta que hay “un golpe de Estado en marcha” debido a la denuncia presentada por la Fiscalía General por presuntos actos de corrupción en su gobierno, así como también porque el Congreso promueve una denuncia por presunta traición a la patria contra él por deslizar la posibilidad de darle una salida al mar a Bolivia y una tercera moción de vacancia.
Las acusaciones señalan que el presidente es acusado de ser el presunto jefe de una organización criminal “enquistada” en el Estado que direccionó una serie de licitaciones de obras públicas durante su administración, que empezó en julio del año pasado en el marco de los casos Puente Tarata y Petroperú.
En cuanto a la visita de la OEA, el hecho de que haya cinco cancilleres en funciones en la delegación denota la importancia que este ente supranacional le está dando al tema peruano que podría ser emblemático. Me parece que la OEA ha tomado este asunto con mucha importancia porque el caso peruano es complejo y la situación muy difícil.
Cabe subrayar que, en la última reunión del Consejo Permanente de la OEA, se pudo observar que hubo países cuya narrativa pasaba por apoyar al régimen de Castillo como Argentina y Colombia y otros ponían énfasis en la institucionalidad democrática como Paraguay y Ecuador.
Lo cierto es que la OEA se va encontrar con un panorama complejo por el choque de diversos poderes del Estado peruano. Y eso se va reflejar en su informe final. Y otra cosa será como este sea recibido por las fuerzas políticas en el país. Incluso algo que ni los analistas más acuciosos han percibido, es que el resultado de esta visita podría jugarle en contra a la propia OEA, pues, podría quitar el velo con el que cubre sus simpatías o tendencias políticas. Hasta la próxima semana mis amigos de Primera.
