ENCUESTAS Y VOLATILIDAD ELECTORAL II

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2017

Tres niñas indígenas nahuas en el interior de su casa. México cuenta con tasas de pobreza infantil superiores al 20% segun informe para el desarrollo 2004 de la ONU.

La Volatilidad Electoral tiene diversos e interesantes orígenes, los cuales se ven reflejados  en época electoral en el resultado dispar de las encuestas. Aquí continúo con un ligero análisis de este interesante tema, que inicié ayer, para intentar lograr un mayor entendimiento de la coyuntura electoral del momento.

La publicidad comercial, las telenovelas, los noticiarios están plagados de estas imágenes contrastantes, que generan una reacción de desencanto y rebeldía en los habitantes de las barriadas marginales y de los barrios pobres porque son imágenes que inevitablemente conducen a comparaciones entre lo que ven en la pantalla del televisor y lo que tienen, comparaciones que no pueden dejar de alterar el ánimo de los pobres y de condicionar su conducta política y electoral. Surge en ellos un juicio de valor sobre su penuria. Los pobres toman conciencia de sus quebrantos económicos. La pobreza es hoy no solamente la carencia de los medios materiales para sobrellevar una vida digna sino además el juicio de valor que hacen los pobres sobre su propio quebranto. Y, como es lógico, esto genera en ellos sentimientos de rabia y frustración y les lleva a reaccionar emotivamente en los procesos políticos y electorales y a utilizar su voto —que es un voto de protesta contra lo establecido— de manera generalmente errática.

La pobreza tiene efectos demoledores sobre la estabilidad política de los Estados. Los cinturones de vivienda precaria que se han formado en torno de las grandes ciudades condicionan la vida de la comunidad. El populismo, que fragmenta los esquemas ideológicos y partidistas y que forja movimientos tan erráticos, es un fenómeno político de raíces económicas que se origina y prospera precisamente en aquellas zonas de hacinamiento que se forman alrededor de las grandes ciudades del tercer mundo. El Programa de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Urbanos, en un informe especial sobre el estado de las ciudades del mundo 2006-2007, advirtió que, si las cosas siguen como están, en el año 2020 alrededor de 1.400 millones de personas vivirán en los asentamientos precarios que rodean a las grandes urbes, sin servicios públicos esenciales y con altos índices de violencia y criminalidad. Señaló que en el año 2006 mil millones de personas vivían en tales condiciones, diez por ciento de las cuales pertenecían a los países desarrollados y el resto se distribuía en los cinturones de vivienda precaria de las ciudades de África, Asia y América Latina. Especialmente dramática era la situación africana. En los países subsaharianos el 72% de la población urbana vivía en las zonas de hacinamiento y en algunos países —como Etiopía y Chad— toda la población urbana estaba asentada en ellas. El informe puntualiza que el hacinamiento era tan brutal que había más de tres personas por habitación, y que, por ejemplo, en un asentamiento urbano de Harare, capital de Zimbabue, mil trescientas personas compartían un baño compuesto por seis pozos que hacían de letrinas. En tan brutales condiciones de vida no puede pedirse a los ciudadanos fidelidad a los partidos ni coherencia electoral.

Por lo que se puede concluir que el hecho mismo de un proceso eleccionario que deviene en agresivas campañas electorales son a su vez la causa de la volatilidad de los votos, pues la lluvia de ofertas y promesas crea un clima inestable a nivel de la inclinación por parte de los electores para elegir la opción que más le conviene. Entonces a mayor cantidad de candidaturas, mayor cantidad de ofertas y promesas dan como resultado mayor propensión volátil al voto puesto que todo ello es combustible que alimenta esta inestabilidad y la indefinición electoral que se refleja en las encuestas. Es todo por hoy mis amigos de Primera.

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